La invasión rusa de Ucrania ha provocado la mayor crisis humanitaria en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Ya se han perdido miles de vidas y, para millones de personas, sus medios de subsistencia se han visto alterados por los desplazamientos, la pérdida de hogares y de ingresos (Gráfica 1). Nosotros, como tantos otros, estamos conmocionados por la tragedia humanitaria que está ocurriendo y por las consecuencias de esta brutal guerra.
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Como en cualquier conflicto, la incertidumbre es grande. No está claro cómo evolucionarán la situación militar, el proceso político y las contramedidas en todo el mundo, ni a corto ni a largo plazo. Sin embargo, ya es seguro que, como consecuencia del impacto económico de la crisis en los mercados energético y alimentario, los trastornos afectarán a muchos en Europa y más allá.
En este artículo ofrecemos un marco inicial de los desafíos, con pleno reconocimiento de las incertidumbres. Comenzamos con una perspectiva de las disrupciones a corto y mediano plazos y, a continuación, enmarcamos escenarios para los posibles efectos sobre los medios de subsistencia en la zona del euro, con la creencia de que algunas directrices para limitar la incertidumbre son mejores que ninguna. A medida que las condiciones cambien, nos adaptaremos. Concluimos con algunas reflexiones sobre las implicaciones para los líderes empresariales mientras navegan por esta nueva crisis.
Desenredando las disrupciones a corto y mediano plazos
Mientras los líderes empresariales lidian con los efectos a corto plazo del conflicto, se están produciendo disrupciones fundamentales que darán forma al futuro más allá de la crisis inmediata. Si bien reconocemos que pueden surgir más desafíos con el tiempo, ya son evidentes varias áreas:
La invasión de Ucrania está provocando una enorme crisis humanitaria. Además del dolor y el sufrimiento que experimentan quienes están en Ucrania, ya hay más de tres millones de personas que buscan refugio en las naciones vecinas, con un número similar de desplazados dentro del país. Al igual que en otros grandes conflictos y crisis de refugiados —incluidos los de Siria y Yemen—, será una tarea gigantesca para la comunidad mundial ayudar, dar refugio y acoger a estas personas desafortunadas.
Nuevamente, los más vulnerables serán los que más sufran. Las poblaciones vulnerables son las que tienen más probabilidades de convertirse en refugiados y a las que les será más difícil soportar el aumento del costo de los alimentos y el combustible. Los esfuerzos de ayuda están en marcha en todo el mundo, para garantizar que se satisfagan las necesidades básicas de alimentos, refugio y seguridad psicológica de las personas, dentro y fuera de la zona de conflicto. En muchos países se están llevando a cabo los primeros debates sobre cómo sufragar el aumento de los costos energéticos para todos, y se han puesto a disposición los primeros fondos.
La política energética está girando hacia un acceso seguro y una diversificación de las fuentes. El papel del petróleo y el gas natural ruso a nivel mundial pone de manifiesto la importancia del acceso a la energía. Aunque la aceleración de las energías renovables puede resolver parte del rompecabezas, el gas seguirá siendo una fuente importante, y la energía nuclear y el carbón pueden convertirse en componentes más grandes de la combinación de combustibles para asegurar el suministro, sobre todo para sustituir la posible escasez de gas. Las implicaciones para lograr las cero emisiones netas comprometidas públicamente aún no están claras.
La seguridad alimentaria está en la agenda. La concentración de la producción de trigo, fertilizante y otros productos relacionados en Rusia y Ucrania pondrá a prueba el suministro de alimentos en todo el mundo. Garantizar el suministro continuo de alimentos a los países más expuestos a las exportaciones de estas regiones se está convirtiendo en un problema importante a corto plazo.
La competencia por materiales, equipos y productos básicos críticos se intensifica. Las necesidades reales y percibidas del mundo de tener un acceso seguro a los recursos naturales, los materiales y los equipos avanzados (por ejemplo, el neón, el níquel, el paladio, los semiconductores) probablemente crecerá e intensificará aún más la carrera entre las naciones y las empresas.
Ha llegado una nueva era de esfuerzos para controlar la cadena de suministro e intentos de localización. La época en la que no se examinaban demasiado las cadenas de suministro, se confiaba en los proveedores y se optimizaba el costo probablemente ha terminado. Esos comportamientos, que ya han sido cuestionados por los nuevos regímenes arancelarios y la pandemia de la COVID-19, probablemente pasarán a la historia. Los gobiernos y las corporaciones quieren aumentar la resiliencia de la cadena de suministro y están estudiando formas innovadoras para financiar estos cambios.
Es más probable que los estándares tecnológicos mundiales se separen. Para promover los intereses de seguridad y los objetivos de política exterior, los gobiernos han aumentado el uso de herramientas geoeconómicas como las sanciones, el apoyo directo del Estado a las industrias estratégicas y los controles de exportación de equipos, software y tecnología sensibles. Es probable que el uso coordinado de estas herramientas por parte de países afines, en respuesta a la invasión rusa de Ucrania, acelere la tendencia hacia la separación de estándares y el desarrollo tecnológico independiente.
Se producirán efectos dominó en el sistema financiero. La disrupción de los flujos financieros sancionados tiene el potencial de extenderse por el sistema bancario y los mercados financieros, con importantes repercusiones para los tenedores de bonos, prestamistas, arrendadores de aviones, contrapartes de derivados e inversionistas afectados. Sigue existiendo un riesgo de contagio con efectos de segundo y tercer orden en todo el mundo.
Se están intensificando las inversiones en defensa. La muestra de unidad y las sanciones económicas por parte de los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la Unión Europea y otras naciones europeas podrían impulsar una mayor atención a la resiliencia de la defensa. Tanto Francia como Alemania han anunciado aumentos importantes de su gasto en defensa. A principios de marzo de 2022, el Congreso estadounidense aprobó un aumento de $42,000 millones de dólares en el presupuesto para la defensa del país.
El ciberespacio es un escenario de conflicto. Los países y las empresas llevan años preocupados por la creciente frecuencia y sofisticación de los ciberataques con apoyo estatal. Lo más preocupante es el paso del cibersecuestro de datos [Ransomware] y la extorsión a la destrucción directa. Fue uno de los temas principales de la reunión entre el presidente estadounidense Joe Biden y el presidente ruso Vladimir Putin en Ginebra en junio de 2021. Es muy probable que estos ataques se intensifiquen aún más, poniendo a prueba la resiliencia de los sistemas de ciberseguridad.
Los actores corporativos están tomando partido. Esta guerra ha galvanizado una fuerte respuesta global contra la invasión. Muchas empresas y otras entidades no gubernamentales han restringido sus actividades más allá de los requisitos formales de las sanciones para distanciarse de Rusia y sus acciones.
Volatilidad, volatilidad, volatilidad. La guerra en Ucrania se suma al ya abarrotado cronograma de las disrupciones del siglo XXI, con orígenes dispares y consecuencias complejas. Vemos que muchos líderes empresariales intentan que sus organizaciones pasen de las reacciones ad hoc a cada disrupción a una base de mayor resiliencia, permaneciendo atentos a lo que se vislumbra en el horizonte y creando capacidades para gestionar continuamente la incertidumbre.
Esta lista solo abarca los vectores de disrupción más destacados en esta primera fase de la crisis de Ucrania. Aunque hay mucha incertidumbre en torno a cómo se desarrollará cada uno de ellos, es probable que varios afecten en gran medida las vidas y los medios de subsistencia en todo el mundo, aunque en grados muy diferentes, según la geografía y el sector.
El impacto de la guerra en los medios de subsistencia: Enmarcando los posibles escenarios
Hemos aprendido de los conflictos en todo el mundo que los medios de subsistencia adyacentes y a veces alejados de la zona de conflicto también pueden estar en peligro. En parte, el riesgo se debe a la insuficiente atención prestada a las personas cuyo bienestar económico ya de por sí es precario, así como a los inevitables efectos en cadena en un mundo altamente conectado.
En la elaboración de escenarios sobre cómo la guerra afectará potencialmente a los medios de subsistencia fuera de la zona de conflicto, nos basamos en una amplia gama de conocimientos técnicos.1 Vemos dos dimensiones críticas.
La primera es la escala y la duración de la disrupción. Los factores que impulsan la escala y la duración de la disrupción son complejos e incluyen tanto factores militares como políticos (como las sanciones). El alza de los precios del gas natural, el petróleo, los productos agrícolas básicos y los minerales y metales determinará, en gran medida, los efectos sobre los medios de subsistencia de la mayoría de las personas, ya que las alzas de precios tienen que pagarse de su bolsillo. Actualmente ilustramos tres niveles potenciales de disrupción:
- Disrupción contenida. La disrupción es significativa, pero contenida, en cuanto a su duración y escala; por ejemplo, mediante un alto al fuego rápidamente negociado. Las sanciones no se intensifican y pueden incluso reducirse. Algunos refugiados pueden volver a casa. Los mercados energéticos y de materias primas se estabilizan, y los precios comienzan a normalizarse.
- Disrupción prolongada. La disrupción continúa y aumenta durante algún tiempo; por ejemplo, mediante hostilidades que se presentan a lo largo de 2022. La crisis de los refugiados se agrava. Las sanciones multilaterales se intensifican moderadamente. Los mercados mundiales de energía y materias primas se adaptan y estabilizan, pero los precios siguen siendo elevados durante algún tiempo.
- Disrupción severa y creciente. La disrupción se vuelve más pronunciada en escala y duración; por ejemplo, a través de hostilidades prolongadas. La crisis de los refugiados se torna más desesperada. Los mercados energéticos, los alimentos y las materias primas se disparan durante un período prolongado. Las cadenas de suministro se interrumpen, especialmente en el comercio energético entre Europa y Rusia.
Aunque es concebible una escalada militar más allá de Ucrania, actualmente no la incluimos en nuestro abanico de posibilidades.
La segunda dimensión es el impacto de la política gubernamental y las respuestas de los consumidores y las empresas. La actuación de los gobiernos tendrá una gran importancia a la hora de modular el impacto de esta guerra en los medios de subsistencia. En nuestra opinión, hay cuatro elementos en juego: (1) las políticas económicas de la COVID-19 vigentes cuando el mundo salga de la ola de Ómicron; (2) las nuevas políticas que pueden iniciarse para atenuar el impacto del aumento de los precios de la energía; (3) las políticas y las acciones del sector privado para lograr cero emisiones netas y un crecimiento sostenible; y (4) los cambios en el comportamiento de los consumidores. Dado que estos elementos confluirán de forma imprevisible, ilustramos tres posibles respuestas políticas:
- Respuesta restringida. Los bancos centrales aceleran el endurecimiento monetario para limitar la inflación, golpeando la confianza de los consumidores que siguen ahorrando en lugar de gastar. Otros vientos en contra persisten y limitan el crecimiento, incluidas las tensiones del mercado laboral (por ejemplo, los desajustes de las cualificaciones, el aumento del desempleo, el estancamiento de los salarios) y los retos duraderos del choque de la COVID-19, que obstaculizan la capacidad de la economía para producir.
- Respuesta moderada. Los actuales programas de estímulos fiscales y monetarios siguen disminuyendo, centrándose en la contención constante de la inflación. Algunos programas nuevos ofrecen un apoyo moderado y a largo plazo que ayuda a mitigar el aumento de los precios de la energía y los alimentos; por ejemplo, mediante inversiones en combustibles fósiles o la ralentización de los planes de descarbonización. Los consumidores siguen siendo cautelosos, pero continúan gastando moderadamente.
- Respuesta robusta. El estímulo monetario sigue disminuyendo y logra controlar la inflación. Los gobiernos también lanzan programas fiscales para amortiguar el impacto del aumento de los precios de la energía y los alimentos. El descenso de la inflación y los apoyos adicionales son suficientes para estimular la confianza y hacer que los consumidores gasten parte de sus ahorros acumulados. Las importantes inversiones en energía aumentan la resiliencia a las crisis energéticas y aceleran la transición energética.
Como se ilustra en la Gráfica 2, la intersección de estas dos dimensiones —la escala y la duración de la disrupción y las consiguientes respuestas— produce una gama de escenarios potenciales, con diferentes efectos en las vidas y los medios de subsistencia mundiales.
El contexto actual
En todos los escenarios, algunos hechos son inmutables. Los efectos más duros se están sintiendo en Ucrania. Allí es donde se han perdido vidas y se han sumido en el desconcierto. La destrucción de bienes e infraestructura ya es amplia y empeora día a día. El impacto de las sanciones en Rusia es significativo: el rublo ha perdido cerca de la mitad de su valor desde el inicio de las hostilidades, los precios al consumidor están aumentando rápidamente, el banco central ruso se ha visto obligado a elevar las tasas de interés a corto plazo hasta el 20 por ciento y el mercado de valores ruso está cerrado.
Más allá de la zona de conflicto, la invasión de Ucrania tiene lugar en un momento tenso para la economía mundial y los medios de subsistencia, especialmente para los más vulnerables. La COVID-19 está retrocediendo en muchas partes del mundo, pero aún no ha desaparecido, y sigue siendo una crisis en muchos países, algunos de los cuales se están enfrentando a la salida de las intervenciones de salud pública. Además, no se puede descartar la posibilidad de una nueva y más grave variante del virus. Asimismo, la inflación sigue cobrando fuerza en la mayor parte del mundo. En algunas, ha alcanzado máximos de varias décadas y está elevando el costo de la vida de los hogares.
La energía es una preocupación especial (y es un parámetro clave en todos los escenarios2). Los precios del gas natural en Europa se han disparado el 60 por ciento desde que Rusia comenzó a concentrar tropas. El crudo Brent se cotiza constantemente cerca de los $120 dólares por barril. Además, los precios de los principales productos básicos agrícolas, minerales y metálicos subieron entre el 10 y 15 por ciento en la primera semana del conflicto; los precios del níquel se duplicaron recientemente. Ucrania y Rusia producen conjuntamente cerca del 30 por ciento del trigo mundial; los precios en el mercado al contado han subido cerca del 40 por ciento. También son los mayores productores de níquel de clase 1 (utilizado en las baterías de los vehículos eléctricos), con una cuota mundial del 23 por ciento, y los segundos productores de paladio (utilizado en convertidores catalíticos), con una cuota mundial del 38 por ciento.
El alza de los precios de las materias primas ha hecho tambalear la confianza de los consumidores y las empresas de todo el mundo. Independientemente del escenario que finalmente se produzca, los hogares pueden tomar sus precauciones y mantener a salvo el ahorro excedente que han acumulado durante la pandemia, al menos a corto plazo, incluso cuando la economía se reabra por completo. Las empresas pueden tratar de frenar todos los gastos y contrataciones que no sean necesarios. Y la Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco Central Europeo han declarado, a partir del 11 de marzo de 2022, que consideran que los riesgos de aceleración de la inflación son mayores que los de la posible debilidad de la demanda y se están moviendo para detener el ciclo inflacionario iniciando un ritmo constante de alzas de las tasas de interés.
Escenarios económicos iniciales para la eurozona
Hemos modelado tres escenarios —1B, 2A y 3B— que pueden ayudar a los líderes y a los responsables de la toma de decisiones a delimitar la incertidumbre tal y como se presenta hoy. El escenario 1B plantea una disrupción contenida con una respuesta política moderada. El escenario 2A contempla una disrupción prolongada y una respuesta política robusta. Por último, el escenario 3B considera los resultados de una disrupción grave y creciente, pero aún con una respuesta política moderada. (El escenario 3C también es una posibilidad clara, si los bancos centrales actúan más agresivamente para luchar contra la inflación y el conflicto se prolonga durante algún tiempo.)
En lo que sigue, nos centramos en la eurozona, que es la mayor macroeconomía del mundo y está muy expuesta al conflicto. Al final de esta sección, ofrecemos algunas consideraciones para otras geografías. Aquí no analizamos Europa del Este en sí misma, pero somos muy conscientes de que estas naciones verán un impacto directo y significativo de la disrupción económica, así como de la creciente crisis de los refugiados. Utilizamos el PIB para medir el impacto en los medios de subsistencia, ya que los ingresos son un componente sustancial del PIB. Como es habitual en los análisis de escenarios, las estimaciones puntuales de nuestros cálculos no son previsiones, sino simplemente el punto central de una gama de posibles resultados.
Escenario 1B: Disrupción contenida con una respuesta política moderada
En este escenario, el fin de las hostilidades se produce en unas semanas más. Las sanciones no se intensifican y pueden incluso reducirse; las exportaciones de energía de Rusia a Europa siguen fluyendo. Antes de finales de 2022, los precios del gas natural en Europa vuelven a su nivel máximo, anterior a la crisis, de unos $30 dólares por millón de unidades térmicas británicas (MMBtu); el crudo Brent vuelve a los $70 u $80 dólares por barril. El crecimiento del PIB (y, por lo tanto, del empleo y los ingresos) en toda la zona del euro vuelve a su tendencia anterior a la crisis, aunque con una desaceleración en el primer trimestre, como reflejo del impacto de la invasión.
Las expectativas de inflación siguen siendo elevadas en relación con las normas anteriores a la pandemia, pero se mantienen estables, y el Banco Central Europeo sigue reduciendo el estímulo monetario. La confianza de los consumidores vuelve a su nivel prepandémico, y las empresas continúan con sus planes de inversión de salida de la COVID-19 en la mayor parte de la eurozona en el segundo trimestre de 2022.
El crecimiento del PIB en la eurozona durante 2022 vuelve a la trayectoria anterior a la invasión, de 3.8 por ciento. El crecimiento cae al 2.7 por ciento en 2023 y al 1.5 por ciento en 2024, a medida que las economías vuelven a sus tendencias a largo plazo. Alemania, la mayor economía de la zona del euro, sigue una trayectoria similar: crecimiento del 3.5 por ciento en 2022, del 3 por ciento en 2023 y del 1.3 por ciento en 2024. La Gráfica 3 muestra el crecimiento estimado del PIB para cada uno de los tres escenarios.
Las negociaciones entre Rusia y Ucrania anunciadas el 16 de marzo de 2022, si se llevan a cabo, probablemente darían lugar a este escenario.
Escenario 2A: Disrupción prolongada con una respuesta política robusta
En este escenario, el fin de las hostilidades está a la vista en la segunda mitad de 2022. Las sanciones no se extienden al sector energético; las exportaciones de energía de Rusia a Europa siguen fluyendo. Sin embargo, los precios del gas natural en Europa solo vuelven a su pico anterior a la crisis, de unos $30 dólares por MMBtu, y el crudo Brent cotiza entre $90 y $100 dólares por barril a lo largo de 2022. La confianza de los consumidores se recupera a finales de año, y los hogares utilizan sus ahorros acumulados para impulsar un aumento de la demanda, especialmente de servicios, y las empresas responden con inversiones y contrataciones adicionales. Además, la opinión en torno a la política energética cambia rápidamente ante la nueva preocupación por la inseguridad energética. Las empresas y los gobiernos invierten a corto plazo en capacidad adicional de combustibles fósiles para garantizar la resiliencia, y también aceleran la inversión en fuentes de energía sostenibles.
Los impactos en la energía, los alimentos y otras materias primas impulsan la inflación de la zona del euro a más de 4 por ciento en 2022, frente al nivel de entre 2.5 y 3 por ciento en 2021. La Gráfica 4 revisa los precios de la energía y la inflación en cada uno de los tres escenarios. Pero los precios retroceden a medida que se vislumbra la resolución de la guerra. A principios de 2023, los efectos de los choques energéticos retroceden y las acciones de los bancos centrales consiguen frenar la inflación, con aumentos mensuales consecutivos de los precios con tendencia a la baja. Las expectativas de inflación siguen siendo elevadas en relación con las normas prepandémicas, pero se mantienen estables, lo que constituye una fuerte señal de que la inflación ha sido contenida.
Con los elevados niveles de precios a corto plazo, así como el choque producido por la invasión, el crecimiento del PIB en la zona del euro y en Alemania es esencialmente plano en 2022. El crecimiento en la eurozona aumenta al 2.1 por ciento en 2023 y al 4.8 por ciento en 2024. La economía alemana crece ligeramente más rápido: el 2.7 por ciento en 2023 y el 5.5 por ciento en 2024, impulsada, en parte, por el aumento del gasto en defensa.
Escenario 3B: Disrupción grave y creciente con una respuesta política moderada
En este escenario, el conflicto prolongado intensifica la crisis de los refugiados en Europa Central. Los países occidentales y Rusia amplían aún más las sanciones, lo que provoca el bloqueo de las exportaciones de petróleo y gas de Rusia a Europa. Los precios del gas en Europa se duplican con creces hasta alcanzar los $70 dólares por MMBtu a principios de 2022, desde su nivel ya elevado de unos $30 dólares, y el crudo Brent salta a $150 dólares por barril.
La inflación general de la eurozona se dispara a más del 7 por ciento en el año. El continente puede suplir parte de su déficit de gas natural comprando en el mercado al contado y frenando el abandono del carbón. Los países productores y consumidores pueden construir con el tiempo nuevas infraestructuras de exportación e importación de gas natural licuado (GNL), pero, a corto plazo, el aumento de los precios, la disminución de los ingresos reales y la reducción del gasto de los consumidores provocarán una cierta destrucción de la demanda.
Combinado con el colapso de la confianza que ya estamos viendo, la eurozona entra en recesión en 2022 y 2023. El crecimiento se reduce al -0.5 por ciento en ambos años; el crecimiento en Alemania es más débil, con un -1.4 por ciento, debido a su mayor dependencia del gas natural. A mediados de 2023, la debilidad de la economía suprime la demanda; los precios de la energía caen desde su nivel máximo, lo que alivia considerablemente la inflación. Al entrar en 2024, el crecimiento del PIB se reanuda a medida que el gasto de los consumidores y la inversión de las empresas comienzan a repuntar, incluso mientras continúa el conflicto de baja intensidad en Ucrania. A finales de 2024, el empleo recupera por fin el terreno perdido desde 2019, y el crecimiento vuelve a las tendencias de largo plazo prepandémicas.
Los efectos en otras grandes economías
Por supuesto, la naturaleza de la disrupción y la capacidad de respuesta de los gobiernos diferirán según los países, y podemos prever una amplia gama de escenarios. En cualquier escenario, el crecimiento de las grandes economías, como China y Estados Unidos, se verá menos afectado directamente que el de la zona del euro. Se plantean dos cuestiones. ¿Afectará la guerra de Ucrania a la confianza de los consumidores y las empresas? ¿Cuál será el impacto del aumento de los precios de las materias primas?
En Estados Unidos, la cuestión clave será cómo reaccionará la Junta de la Reserva Federal (la Fed) ante el impacto del alza de los precios del petróleo y el aumento de los precios de las materias primas agrícolas, mineras y minerales (los precios del gas natural en Estados Unidos son, en gran medida, independientes de los de Europa). En circunstancias más normales, la Reserva Federal probablemente no reaccionaría ante los picos de inflación impulsados por la oferta, prefiriendo asegurarse de que el crecimiento no se tambalee. Pero la inflación en Estados Unidos ya es incómodamente alta. El 16 de marzo de 2022, la Fed subió su tasa de interés a corto plazo en 25 puntos básicos, la primera alza desde diciembre de 2018. En su declaración, la Fed también dijo que "anticipa que los aumentos continuos en el rango objetivo serán apropiados". Los observadores del mercado están de acuerdo, de forma generalizada, en que es probable que se produzcan aumentos aun mayores de 50 puntos básicos. Parece que la invasión de Ucrania solo ralentizará el ritmo de las alzas de las tasas de interés, pero no cambiará el rumbo de la política en Estados Unidos. En el escenario 2A, el crecimiento de Estados Unidos sería plano. En el escenario 3B, el debilitamiento de la confianza y el mantenimiento de los altos precios del petróleo reducirían el gasto de los consumidores y las empresas, y se produciría una recesión.
El principal impacto en China provendrá, probablemente, del aumento de los precios de las materias primas comercializadas a nivel mundial; también serán importantes los efectos indirectos, como la reducción de la demanda de los socios comerciales. Es menos probable que la confianza de los consumidores en la propia China se vea afectada.
Implicaciones para los líderes empresariales
La velocidad de esta crisis ha desconcertado a muchos líderes empresariales. La niebla de guerra hace que sea difícil entender exactamente lo que está sucediendo en el momento, y mucho menos trazar un camino a seguir. Sin embargo, muchas empresas tienen que decidir cómo actuar tanto ahora como en previsión de las disrupciones a largo plazo, sobre todo las que hemos señalado al principio.
No todas las empresas se ven afectadas de la misma manera. Los negocios que operan en Ucrania o Rusia serán los más inmediatamente afectados. En este momento, la mayoría de estas empresas están muy ocupadas en salvaguardar la vida de sus empleados.
Para otras, su ubicación geográfica, el alcance de sus operaciones y el sector industrial determinarán hasta qué punto la guerra afectará a su negocio. Esta crisis es estructuralmente diferente a la pandemia. Para las empresas fuera de la zona de guerra, las amenazas a la vida de los empleados son menos inmediatas. En cambio, es más probable que sus retos a corto plazo se refieran al efecto de las sanciones y a los desafíos de su cumplimiento, a la postura hacia Rusia que decidan adoptar y, especialmente para las empresas manufactureras, a los efectos inflacionarios en los costos y a las cuestiones relacionadas con la continuidad del suministro.
Tras varios meses de aumento de la inflación en gran parte del mundo, otra rápida alza de precios de las materias primas es especialmente preocupante. Llevará la inflación general a niveles aún más altos y prolongará el periodo de inflación elevada. Nuestras conversaciones con ejecutivos de todo el mundo sugieren que la única respuesta adecuada es un esfuerzo concertado de toda la empresa. Las empresas líderes están abordando la inflación simultáneamente en las compras, los precios, las cadenas de suministro, la fuerza de trabajo y la función financiera.
Los ejecutivos pueden guiarse por el grado de exposición de sus organizaciones a las fuerzas originadas por esta crisis. Todos los líderes deben desarrollar una visión de los escenarios que les importan, diseñando modelos que reflejen su industria y sus propias circunstancias. Los líderes preocupados por un impacto más sustancial pueden reactivar, según convenga, herramientas probadas en las anteriores grandes crisis, como los centros neurálgicos y los equipos de planeación previa. Hay una diferencia crítica entre esta crisis y la de la COVID-19: hoy el mundo está sufriendo choques de oferta (que podrían generar choques de demanda), mientras que en marzo de 2020 fue al revés. Los equipos de planeación anticipada deberían empezar por modelar las crisis de oferta actuales. Estos equipos interfuncionales también pueden ayudar a evitar los sesgos en la toma de decisiones y otros escollos de la gestión de la crisis en condiciones de gran incertidumbre, al tiempo que apoyan la resiliencia a largo plazo.
Los escenarios anteriores sugieren que Europa y la economía mundial solo podrán absorber una disrupción contenida —desde el punto de vista macroeconómico—, pero esa ventana no estará abierta por mucho tiempo. Esperamos que estos escenarios le ayuden a usted y a su organización a navegar por un periodo confuso y desafiante. Al mismo tiempo, reconocemos sus deficiencias; no tienen en cuenta la cola extraordinariamente larga y gorda de riesgos que la mayoría de las guerras lleva implícita.
Esta guerra ya ha causado devastación y sufrimiento. El mes de marzo de 2022 nos recuerda a tiempos en Europa que todos creíamos superados desde hace mucho tiempo. Por el bien de la población de Ucrania y de todo el mundo, esperamos sinceramente que este conflicto termine lo antes posible.