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La transición a cero neto tras la guerra en Ucrania: ¿Una desviación, un descarrilamiento o un camino diferente?

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La invasión rusa de Ucrania1 ha dado paso a una crisis humanitaria de una escala no vista en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial, un nivel de tensión geopolítica no experimentado desde la Crisis de los Misiles en Cuba y un conjunto de cambios políticos, económicos y sociales en rápida evolución, con respuestas y contrarrespuestas cuyas ramificaciones apenas pueden estimarse en este punto. Tampoco hay señales de una resolución inminente en el horizonte.

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Dado que Rusia es uno de los mayores productores de petróleo, gas y materias primas del mundo, se puede esperar, naturalmente, que el esfuerzo masivo y universal requerido para abordar la crisis climática global que se avecina también se verá arrastrado por la vorágine. Esto plantea la cuestión de si la guerra y sus consecuencias resultarán ser una desviación limitada del sendero anterior de la transición a cero emisiones netas, o una verdadera bifurcación en el camino y una redirección mucho más importante.

En este punto parece claro que la guerra complicará el camino de la transición en el corto plazo. Sin embargo, a más largo plazo, la lógica de la seguridad energética y la economía podrían converger para acelerar los esfuerzos de la transición a cero neto. Se necesitarían movimientos audaces a una velocidad sin precedentes para impulsar las medidas de eficiencia energética y adoptar alternativas de energía renovable a los combustibles fósiles. Si se adoptan, tales acciones podrían hacer que las tecnologías cero neto reduzcan sus respectivas curvas de costos y podrían abrir un sendero hacia una descarbonización más rápida en otras regiones.

Tales resultados no serían sorprendentes a la luz de la historia; el conflicto a menudo ha acelerado las transiciones energéticas. Las guerras navales del siglo XIX aceleraron el cambio de los barcos impulsados por el viento a los impulsados por carbón. La Primera Guerra Mundial provocó un cambio del carbón al petróleo. La Segunda Guerra Mundial introdujo la energía nuclear como una de las principales fuentes de electricidad. En cada uno de estos casos, las innovaciones de la época de guerra fluyeron directamente a la economía civil y marcaron el comienzo de una nueva era.2 La guerra en Ucrania es diferente en el sentido de que no está impulsando la innovación energética en sí misma, sino que hace más clara su necesidad. Aun así, el impacto potencial podría ser igualmente transformador.

En este artículo, intentamos ofrecer una visión más granular de lo que podríamos esperar. Examinamos los posibles efectos de la guerra y sus ramificaciones en los requisitos esenciales para una transición a cero neto más ordenada. Exploramos el efecto potencial de la guerra en sectores clave y cómo los cambios en los mercados de energía y finanzas podrían tener lugar en conjunto, tanto a nivel mundial como dentro de los principales bloques regionales. Por último, sugerimos pasos que las partes interesadas podrían tomar mientras navegan por este período turbulento en lo que continúan avanzando hacia una transición lo más ordenada posible. Para hacerlo, comenzamos considerando el contexto de cero neto en el momento en que comenzó el conflicto.

Un momento precario

La invasión de Ucrania se produjo en un momento ya marcado por un progreso insuficiente hacia la transición de cero emisiones netas. Las condiciones económicas desafiantes amenazaron su aceleración, y la acumulación de riesgos físicos hizo aún más evidente su necesidad.

Incluso antes de la invasión, a pesar de la creciente ola de compromisos de los sectores público y privado realizados en 2021, el mundo no estaba en camino de lograr cero emisiones netas de gases de efecto invernadero para 2050. De hecho, si se cumplieran todos los compromisos existentes, el mundo aún no lograría estabilizar las temperaturas de calentamiento global en 1.5 oC.3 Además, la mayoría de estos compromisos todavía no estaban respaldados por los recursos financieros y los planes de ejecución requeridos.

En cuanto a la economía mundial, ya sufría varias condiciones preexistentes. Una pandemia global de múltiples etapas que ocurre una vez cada siglo ha causado, aproximadamente, 25 millones de muertes,4 aumentó la deuda pública global de un 28 por ciento a un 256 por ciento del PIB,5 redujo el PIB global en un 3.3 por ciento6 y ha dado lugar a una inflación con un rápido crecimiento en todo el mundo.7 Las cadenas de suministro estaban bajo una presión significativa, los mercados energéticos ya estaban ajustados y los precios mundiales de las materias primas habían subido a máximos de diez años.8 La guerra en Ucrania ha exacerbado todas estas tendencias, afectando vidas y medios de subsistencia tanto a nivel local como global, y amenazando a los más vulnerables con el potencial de una marcada disminución en la seguridad energética y alimentaria y la asequibilidad.

Al mismo tiempo, las manifestaciones del cambio climático —entre ellas, olas de calor sin precedentes en India y el empeoramiento de la sequía en el oeste americano— continuaron multiplicándose. En ese contexto, el Sexto informe de evaluación [Sixth assesment report],9 publicado unos días después de la invasión por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas, hizo una severa advertencia de que el cambio climático ya estaba ejerciendo efectos sustanciales en los sistemas humanos y naturales, que estos efectos escalarían de manera no lineal ante el calentamiento continuo, y que la ventana para evitar los efectos más catastróficos del cambio climático se estaba cerrando rápidamente. Mientras examinamos el impacto potencial del conflicto actual sobre la acción climática, también cabe señalar que la ausencia de acción climática bien podría aumentar por sí misma los riesgos de conflictos futuros, dentro de las naciones y entre ellas, como resultado de la disputa por recursos más escasos, como los alimentos y el agua.

El impacto de la guerra en los requisitos clave para la transición a cero neto

En una investigación anterior, describimos los nueve requisitos clave que creemos que deben cumplirse para lograr la transición a cero neto. Estos se dividen en tres categorías amplias: los componentes físicos necesarios; los ajustes económicos y sociales; y la gobernanza, las instituciones y los compromisos, incluido el apoyo público para el progreso hacia la reducción de gases de efecto invernadero. Comprender el impacto potencial de la guerra en cada uno de estos puntos podría ayudar a los líderes a evaluar mejor las perspectivas de la transición a cero emisiones netas.

En el corto plazo, la disponibilidad de los componentes físicos necesarios podría reducirse en conjunto

La transición requiere tres componentes físicos principales: la innovación tecnológica, la creación de cadenas de suministro que permitan el despliegue de las nuevas tecnologías y la disponibilidad de los recursos naturales clave necesarios. Estos tres factores están sujetos a acontecimientos como la interrupción de los centros de producción en Ucrania, las sanciones económicas contra Rusia y la reducción de la cooperación económica entre las naciones. A corto plazo, es probable que la innovación tecnológica se acelere a medida que las partes interesadas afectadas por el aumento de los insumos de energía o de las materias primas busquen sustitutos más económicos o sigan viendo la importancia de medidas compensatorias como la captura y el secuestro de carbono. De hecho, desde el inicio de la guerra se ha producido una entrada sustancial de capital a los fondos de energía renovable, revirtiendo una tendencia a la baja de varios meses.10 Por otro lado, si bien en el corto plazo puede aumentar el deseo de expandir la infraestructura cero neto, su ejecución puede dificultarse por las tensiones logísticas de la reorganización del mercado (debido a las sanciones) y el aumento de los precios de la energía, lo que podría presionar las cadenas de suministro de la tecnología de cero emisiones, a menudo complejas y multinacionales (y, por lo tanto, intensivas en transporte).

Sin embargo, en nuestra opinión, el impacto dominante a corto plazo sobre los componentes físicos sería negativo y provendría de la reducción del acceso a recursos naturales esenciales. Por ejemplo, la posición sólida de Rusia en materia de recursos naturales, incluidos minerales clave como el cobre, el níquel y el silicio,11 ya ha provocado un impacto significativo en la oferta (Gráfica 1). Estos materiales son insumos esenciales para cuatro de las tecnologías cero neto más importantes: las turbinas eólicas terrestres y marinas, los paneles solares, los vehículos eléctricos y el almacenamiento de baterías. La escasez provocada por la guerra en Ucrania se superpondría a una cadena de suministro de energías renovables ya de por sí presionada, que hizo que los contratos a largo plazo para la generación eólica y solar aumentaran un 19 y un 12 por ciento, respectivamente, durante el año pasado.12

Gráfica 1
La transición a cero neto tras la guerra en Ucrania: ¿Una desviación, un descarrilamiento o un camino diferente?

Dicho esto, el impacto de la escasez en el atractivo de las tecnologías de cero emisiones netas no es sencillo. Por ejemplo, los activos de generación renovable requieren un gasto de capital único, pero los costos de operación son mínimos. Como resultado, los aumentos de los costos de los insumos pueden afectar menos al sector energético que los aumentos sostenidos de los precios de los combustibles fósiles. Las perturbaciones en la oferta de recursos pueden sentirse menos en Europa (que es más susceptible a los aumentos sostenidos de los precios de los combustibles fósiles) que en Estados Unidos, donde los precios de la energía compensarían menos los costos de los insumos. Además, algunos grandes países productores de tecnología de cero emisiones netas no están participando en las sanciones contra Rusia y podrían mantener el acceso a los suministros, lo que podría provocar incertidumbre en los impactos de costos para sus socios comerciales. Asimismo, la perspectiva de la escasez en curso ya está estimulando una ola de prospección de fuentes alternativas, lo que, probablemente, tendría un efecto positivo en el mediano plazo.

Por último, es importante tener en cuenta el impacto a corto plazo en un recurso natural crítico, pero a menudo ignorado, para la transición a cero neto: la tierra. Además de su papel en la exportación de una amplia gama de minerales, Ucrania y Rusia son productores importantes de productos agrícolas clave. Es probable que la escasez resultante de las sanciones y la destrucción de los centros de producción ucranianos reduzca la disponibilidad de productos básicos agrícolas esenciales, como el trigo y los fertilizantes. Además, las previsiones climatológicas para 2022 indican que podría ser un período inferior al promedio para los graneros a nivel mundial,13 lo que supondría una reducción adicional de la oferta. La escasez de suministros y los aumentos de precios en los mercados agrícolas podrían conducir a la conversión de más tierras para la producción agrícola en todo el mundo, lo que aumentaría las tasas de deforestación y las emisiones agrícolas.

A corto plazo, el impacto en los ajustes económicos y sociales efectivos variaría según las geografías

Los ajustes económicos y sociales necesarios para alcanzar el cero neto de una manera más ordenada dependen de la gestión de los cambios de la demanda y de los costos unitarios, los mecanismos de compensación para hacer frente a los impactos socioeconómicos de la transición y las estructuras de financiamiento y asignación de capital eficaces. A corto plazo, la gestión de los cambios en la demanda y los costos unitarios podría verse afectada positivamente, ya que el aumento de los costos de la energía avanza hacia el punto de equilibrio para las soluciones de descarbonización para muchas industrias difíciles de abandonar, y la escasez de productos básicos impulsa el movimiento hacia un mayor reciclaje. Sin embargo, la guerra en Ucrania ha introducido nuevas prioridades internas en muchos países, incluido el aumento del gasto en defensa, la atenuación de los impactos regresivos del aumento de los precios de la energía y la prestación de ayuda humanitaria. Esto podría afectar negativamente a los mecanismos de compensación, sobre todo en lo que respecta al flujo de capital del Norte Global al Sur Global. Incluso antes de la guerra, el flujo de capital hacia las naciones en desarrollo ya estaba casi un 20 por ciento por debajo de la promesa de las naciones desarrolladas de aportar $100 mil millones de dólares en ayuda anual para 2020.14

En general, creemos que el impacto dominante a corto plazo en los ajustes económicos y sociales sería un cambio en la asignación de capital y las estructuras de financiación hacia una mayor producción de combustibles fósiles en respuesta al aumento de los precios.

En Europa, el aumento de los precios de la energía impulsaría un aumento de la asignación de capital a corto plazo para la producción y el consumo de combustibles fósiles, en particular de los activos existentes o recientemente desmantelados. Esto no se debe a que las alternativas renovables no sean económicas, no estén disponibles o no se puedan implementar. Más bien, estas alternativas tardarían en implementarse, y el aumento de los precios de la energía plantea una crisis económica y política inmediata que debe abordarse. Además, es probable que se adopten medidas para diversificar las fuentes de importación de combustibles fósiles, en aras de la seguridad energética y de los precios, aunque la diversificación del gas ruso requeriría tiempo para superar los obstáculos logísticos, la negociación de contratos, las restricciones de capacidad de los gasoductos, el desarrollo de instalaciones para la importación, como lo demuestra la compra por parte de Europa de más de $46 mil millones de dólares en gas ruso desde la invasión de Ucrania.15 Por último, cuando no sea posible reducir el precio mediante el aumento de la producción nacional o la diversificación de fuentes, es probable que se produzca un cambio hacia combustibles más baratos, pero más emisores, como el carbón, algo que ya se está observando, por ejemplo, en Alemania.16 En cuanto a las inversiones paralelas para acelerar el despliegue de tecnologías de cero emisiones netas, puede haber una competencia por los recursos con otras necesidades inmediatas, como la defensa, la mitigación de los impactos más regresivos de los aumentos de los precios de la energía y la acción humanitaria.

En Estados Unidos, también es probable que la tendencia a corto plazo sea aumentar la producción de combustibles fósiles para hacer frente a los aumentos de los precios internos y apoyar la diversificación del suministro europeo. La tendencia a mediano y largo plazos es menos segura. Dada la abundancia de reservas nacionales de combustibles fósiles, Estados Unidos es menos susceptible a los aumentos de los precios de la energía, pero está igualmente expuesto a la escasez de materiales clave con cero emisiones netas. Es posible que la economía de la transición no mejore tanto en Estados Unidos como en Europa, ni que las preocupaciones sobre la seguridad energética sean tan graves. Una posible repercusión en el panorama energético a mediano plazo en Estados Unidos podría ser la aceleración del desplazamiento del petróleo más caro y más intensivo en carbono en el mercado global con el petróleo de la Cuenca Pérmica del suroeste de Estados Unidos, que es un paso clave para una transición a cero emisiones netas exitosa, dado que se mantendrá cierto nivel de demanda de petróleo hasta las últimas etapas de la transición. También queremos señalar que Estados Unidos enfrenta una oportunidad única para reducir su consumo de combustibles fósiles a través de la implementación de una amplia política de eficiencia energética, discutida con más detalle a continuación, que podría reducir los costos para los consumidores, mejorar la seguridad energética y lograr avances hacia sus objetivos climáticos.

Por último, en Asia existe el riesgo de que se vuelva a recurrir al carbón a corto plazo. Si las sanciones reducen el acceso a los oleoductos que Rusia utiliza principalmente para transportar petróleo y gas a Europa, le llevará tiempo construir oleoductos alternativos para acceder el mercado asiático. Dado que es probable que el mercado de gas natural se restrinja considerablemente, el aumento de precio resultante podría empujar a los consumidores menos robustos económicamente de Asia a salir del mercado y volver al carbón, que es abundante, barato y está menos regulado.

La gobernanza, las instituciones y los compromisos podrían debilitarse a nivel internacional, pero fortalecerse en las esferas regional y privada en el corto plazo

El éxito de la gobernanza, las instituciones y los compromisos depende de tres condiciones: contar con las normas, los mecanismos de mercado y las instituciones eficaces necesarias; compromiso y colaboración de los líderes del sector público, privado y social; y el apoyo de los ciudadanos y los consumidores. A corto plazo, la invasión de Ucrania podría debilitar todos estos requisitos a nivel mundial, pero también podría fortalecer un subconjunto de ellos en las esferas regional y privada.

La guerra podría afectar negativamente a la cooperación internacional y poner en peligro la creación de los estándares, acuerdos e instituciones internacionales que requiere una transición más ordenada. Además, la introducción de prioridades contrapuestas en todos los niveles podría restar preponderancia a la descarbonización y la transición para los responsables de la toma de decisiones. Por ejemplo, los datos de las encuestas apoyan un debilitamiento a corto plazo de la atención sobre el clima entre el público.17

Si bien un movimiento hacia mayores rivalidades nacionales y la introducción de prioridades contrapuestas podría afectar negativamente la cooperación internacional en muchos frentes, muchas economías importantes, incluida China, tienen incentivos arraigados para continuar apoyando la acción global en la transición hacia cero emisiones netas, dada su gran y continua inversión en la producción de tecnologías y componentes verdes. Por ejemplo, China produce un tercio de las turbinas eólicas mundiales y el 70 por ciento de la energía solar fotovoltaica global, y alberga tres cuartas partes de la capacidad mundial de fabricación de baterías de iones de litio.18 Es importante destacar que el compromiso de y entre los líderes del sector social y privado también podría fortalecerse en respuesta a la disminución de la cooperación internacional. La mayoría de las entidades corporativas y del sector social son multinacionales, se benefician de la coordinación y, por eso, tienen incentivos para mantener fuertes lazos internacionales.

¿Un rodeo a corto plazo o una desviación a largo plazo?

Teniendo en cuenta estas nuevas fuerzas y sus diferentes efectos, creemos que, en general, la guerra tendría un impacto negativo en los requisitos clave a corto plazo y provocaría un rodeo en el camino hacia una transición más ordenada. Sin embargo, el impacto a largo plazo aún podría resultar un punto de inflexión positivo si los líderes actúan con visión de futuro y valor, y si cuentan con el apoyo de un mandato popular cada vez mayor para hacerlo.

Este futuro depende de dos cosas. La primera es que el alcance de la guerra en Ucrania permanezca contenido y no se extienda. Es muy probable que la transición hacia cero emisiones netas se descarrile por un conflicto en expansión, y una transición descarrilada podría a su vez multiplicar, por órdenes de magnitud, su impacto catastrófico. La segunda es que una aceleración de la transición posconflicto solo sería posible si los líderes de los sectores público, privado y social se comprometieran a reconocer que las inversiones en energías renovables, la eficiencia energética y la descarbonización no son causas del aumento de los precios de la energía ni de la inseguridad, sino soluciones a esos problemas. El liderazgo con visión de futuro requerirá aprovechar la conciencia del momento para buscar un mandato público amplio y aprovechar ese mandato para hacer inversiones a corto plazo sustanciales y bien pensadas en estas soluciones y sus cadenas de suministro de apoyo.

Por ejemplo, si bien la escasez de materias primas y el aumento de los precios pueden tener un impacto negativo en la transición a corto plazo, los cuellos de botella de la cadena de suministro, como la producción de litio en los componentes de las baterías, se han identificado durante mucho tiempo como factores que limitan la velocidad de la transición.19 La actual crisis de suministro pone de manifiesto una clara necesidad y oportunidad de realizar inversiones para expandir y asegurar el suministro de minerales clave, lo que no solo tendrá beneficios para la velocidad de transición futura, sino también para reducir los costos de otros bienes de consumo comunes, particularmente los electrónicos, que requieren los mismos insumos.

Si bien las alzas de los precios de la energía a corto plazo podrían dar lugar a un aumento de la producción de combustibles fósiles y a la reactivación de activos de generación recientemente desmantelados, a largo plazo las preocupaciones sobre la seguridad energética podrían impulsar la inversión en eficiencia energética y energías renovables como herramienta clave para la independencia energética y la gestión de precios. Por ejemplo, el último plan RePowerEU propuesto por la Comisión de la UE el 18 de mayo incluye propuestas para casi duplicar la producción europea de biometano y triplicar la capacidad de hidrógeno verde a través de aumentos de producción e importaciones para 2030, un despliegue masivo de 510 gigavatios de energía eólica instalada y 600 gigavatios de energía solar fotovoltaica instalada para 2030, la instalación de alrededor de 30 millones de bombas de calor, la mejora de la capacidad de fabricación nacional, y una simplificación sustancial de los procesos de aprobación y permisos para proyectos de desarrollo de infraestructura y generación renovable, todo durante los próximos ocho años. Dichas políticas podrían acelerarse aún más por el hecho de que, a pesar de los aumentos en los precios de los insumos, la construcción de nueva capacidad neta solar y eólica sigue siendo más rápida y económica que el carbón o el gas natural.20

Las medidas de eficiencia energética han sido económicamente viables desde hace mucho tiempo,21 pero a menudo no han logrado atraer suficiente mandato público para su implementación.22 Los datos de la encuesta ahora sugieren que el 80 por ciento de los ciudadanos europeos apoyan los subsidios gubernamentales para mejorar la eficiencia energética del hogar. También se observan niveles de apoyo similares en Estados Unidos, donde el 89 por ciento de los encuestados en un sondeo de Gallup de marzo de 2022 mostraron su apoyo a los créditos fiscales para los sistemas domésticos de energía renovable, el 71 por ciento al establecimiento de normas de eficiencia de combustible para automóviles, camiones y autobuses, y el 61 por ciento a los incentivos fiscales para la compra de vehículos eléctricos, entre otras políticas.23 Algunas de estas divisiones de incentivos fiscales muestran un apoyo bipartidista mayoritario.

Además de impulsar la adopción de las energías renovables y la eficiencia energética, los precios actuales de los servicios públicos podrían hacer más atractivo el argumento comercial para la descarbonización de la industria, que es difícil de abandonar. La presentación de casos de alto impacto y listos para implementar podría asegurar reducciones de costos de energía de hasta el 40 por ciento y generar ganancias adicionales significativas (Gráfica 2).

Gráfica 2
La transición a cero neto tras la guerra en Ucrania: ¿Una desviación, un descarrilamiento o un camino diferente?

Por último, la situación actual subraya aún más la importancia y la urgencia de la adaptación. Incluso un desvío a corto plazo sigue siendo un desvío y una mayor acumulación de riesgo físico. Las acciones e inversiones en adaptación ya eran inadecuadas antes de la guerra y lo son aún más en esta coyuntura.

Navegar el momento, conducir hacia la transición

Nuestra investigación anterior catalogó las acciones que las partes interesadas clave podrían realizar con respecto a la transición a cero emisiones netas. No las reiteraremos aquí, sino que nos centraremos en las acciones clave que consideramos más oportunas y críticas a la luz del conflicto.

Los gobiernos no pueden lograr la transición a cero neto solos. Los líderes del sector privado tienen la oportunidad de asumir un papel más destacado en el avance de este objetivo fundamental. Sin embargo, el éxito requiere un liderazgo visionario y con una visión de futuro tanto a nivel individual como institucional. En ese sentido, las empresas podrían considerar tres acciones:

  • Fortalecer el músculo de identificación y respuesta al riesgo. Una consecuencia de la guerra es un claro aumento de la volatilidad global. Ahora más que nunca, es importante desarrollar una capacidad sólida para gestionar en condiciones de incertidumbre. Un requisito clave es ser capaz de identificar y responder en tiempo real a circunstancias que evolucionan rápidamente, ya sea que estén relacionadas con la función de la cadena de suministro o con la aceleración de los riesgos de transición. La necesidad no es nueva, pero sí lo son su intensidad y la magnitud del esfuerzo requerido incluso para las corporaciones más maduras.
  • Acelerar la descarbonización de las operaciones principales. Las empresas se beneficiarían si se centran en las palancas que están más directamente bajo su control (como su proceso de producción) o en aquellas que brindan una ventaja estratégica al protegerse contra la volatilidad de los precios de la energía o el riesgo de una transición futura. Esto sería particularmente cierto para las empresas de materias primas que experimentan ganancias de efectivo con precios altos. Esto también significa desarrollar un fuerte músculo de compras verdes, con respecto tanto a las materias primas como a los componentes, que refleje los nuevos riesgos y realidades. Es probable que también se requieran asociaciones industriales y colaboración entre el sector público y privado para hacer frente a las limitaciones de la oferta.
  • Apoyar la cooperación multinacional. Los acuerdos, compromisos, normas y prácticas internacionales en materia de sostenibilidad también pueden ser defendidos e impulsados por las asociaciones industriales y los ecosistemas. Las empresas podrían y deberían esforzarse por aumentar el impulso a través de sus compromisos y acciones en esta coyuntura. Esto significa asumir un papel de liderazgo a nivel de la empresa, a nivel de la industria y dentro de los ecosistemas, ya que los usuarios pueden ayudar a influir en los proveedores y sus prácticas. De hecho, este liderazgo podría ser un factor crítico para determinar el impacto de la guerra en las perspectivas de la transición a cero emisiones netas.

Para los líderes gubernamentales, un papel más activo en los mercados energéticos parece natural a la luz del conflicto. El aumento de los precios de la energía y las materias primas, así como las preocupaciones sobre la seguridad energética, brindan a los líderes una oportunidad sin precedentes para acelerar el despliegue de la tecnología de cero emisiones netas. Los gobiernos podrían considerar tres conjuntos de acciones en particular:

  • Desarrollar una estrategia integrada de recursos económicos y nacionales. Esto podría incluir trabajar en estrecha colaboración entre departamentos y con las industrias para desarrollar una hoja de ruta que identifique y coordine las políticas, la innovación, la infraestructura y los insumos financieros necesarios para lograr los compromisos de descarbonización y seguridad energética. Esto también incluiría el desarrollo de planes para facilitar la retirada y minimizar el impacto de los activos varados (y optimizar y guiar con mucho cuidado el despliegue de los nuevos activos de altas emisiones, que pueden ser necesarios a corto plazo en ciertas geografías). Por último, esto significaría acelerar los esfuerzos para proyectar los requisitos futuros de recursos minerales en varios escenarios y definir un enfoque lo más resiliente y diversificado posible para asegurar esos recursos.
  • Establecer señales de demanda claras. Esto podría implicar el establecimiento o la mejora de una serie de incentivos y requisitos para el despliegue de tecnologías clave de transición a cero emisiones netas, la aceleración de los plazos de compromiso de reducción de emisiones (y, por lo tanto, de seguridad energética) y el despliegue de la regulación para fijar el precio o eliminar gradualmente activos emisores. Sin embargo, es fundamental que las señales de la demanda se coordinen con una estrategia de oferta en el espíritu de los dos puntos anteriores. Y todo ello, por supuesto, en el contexto de la gestión de los riesgos a corto plazo que enfrentan los sistemas energéticos.
  • Implementar (más) incentivos/garantías financieras y mejorar las barreras de protección. Esto podría significar el despliegue de fondos públicos y la creación de incentivos financieros para acelerar el despliegue de la tecnología comprobada de cero emisiones netas, particularmente en eficiencia energética y generación renovable. Esto también significaría reformar los procesos de permisos y aprobación para implementar las tecnologías y la infraestructura de cero emisiones netas más rápidamente; por ejemplo, la instalación de parques eólicos y solares. Paralelamente, esto podría significar endurecer los procesos de permisos y aprobación para el desarrollo de activos emisores que quedarían “varados al llegar”.

Por último, el papel de las finanzas seguirá siendo fundamental. Las instituciones financieras se beneficiarían de tres conjuntos de acciones:


La guerra de Ucrania no solo ha desencadenado una tragedia humanitaria, sino que también ha supuesto una fuerte sacudida para el esfuerzo por lograr cero emisiones netas de gases de efecto invernadero. Sin embargo, si los líderes de los sectores público y privado están dispuestos a dar los pasos necesarios, la nueva lógica de la seguridad energética y la economía promete convertir este momento en un punto de inflexión para aprovechar la oportunidad de abordar la crisis climática que se está produciendo en el mundo.

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