La banca ha tenido que trazar un camino difícil en los últimos años, durante los cuales las instituciones se enfrentaron a una mayor supervisión, a la innovación digital y a nuevos competidores, y todo ello en un momento en el que las tasas de interés estaban en mínimos históricos. En los últimos meses también se han producido algunos sobresaltos, incluidos problemas de liquidez y algunas quiebras bancarias. Pero, en términos generales, parece que un viento favorable ha vuelto a impulsar a la industria. Los últimos 18 meses han sido el mejor período para la banca global en general desde al menos 2007, ya que el aumento de las tasas de interés ha impulsado los beneficios en un entorno crediticio más benigno.
Por debajo de la superficie, también han cambiado muchas cosas: el balance y las transacciones se han desplazado cada vez más de los bancos tradicionales a instituciones no tradicionales y a partes del mercado que son ligeras en capital y a menudo están reguladas de manera diferente –por ejemplo, a especialistas en pagos digitales y mercados privados–, incluidas empresas de gestión de activos alternativos. Si bien el crecimiento de los activos gestionados fuera de los balances de los bancos no es nuevo, nuestro análisis sugiere que el núcleo tradicional del sector bancario —el balance general— se encuentra ahora en un punto de inflexión. Dada la magnitud de este movimiento, hemos ampliado el alcance del Global Banking Annual Review de este año para incluir en la definición de bancos a todas las instituciones financieras, excepto las compañías de seguros. El reporte completo está disponible en inglés aquí.
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En la revisión de este año, nos centramos en esta “Gran Transición Bancaria”, analizando causas y efectos y considerando si el mejor desempeño en 2022–23 y la reciente subida de las tasas de interés en muchas economías podrían cambiar su dinámica. Para concluir, sugerimos cinco prioridades para las instituciones financieras mientras buscan reinventarse y prepararse para el futuro. Las cinco son: explotar las tecnologías punteras (incluida la IA), flexibilizar y potencialmente incluso desagregar el balance, escalar o abandonar el negocio de transacciones, elevar el nivel de distribución y adaptarse al cambiante panorama de riesgos.
Todas las instituciones financieras tendrán que examinar cada uno de sus negocios para evaluar dónde se encuentran sus ventajas competitivas a través de y dentro de las tres actividades bancarias básicas: balance, transacciones y distribución. Y tendrán que hacerlo en un mundo en el que la tecnología y la IA desempeñarán un papel más destacado, y con el telón de fondo de un entorno macroeconómico cambiante y mayores riesgos geopolíticos.
Los últimos 18 meses trajeron a los bancos sus máximos más altos y sus mínimos más bajos
El reciente repunte surge del fuerte aumento de las tasas de interés en muchas economías avanzadas, incluida una subida de 500 puntos básicos en Estados Unidos. Las tasas de interés más altas permitieron una mejora largamente esperada de los márgenes netos de interés, que impulsó los beneficios del sector en unos $280 mil millones de dólares en 2022 y elevó el rendimiento sobre capital (return on equity, o ROE) al 12 por ciento en 2022 y a un 13 por ciento previsto en 2023, frente a un promedio de solo el 9 por ciento desde 2010 (Gráfica 1).
En el último año, el sector bancario ha proseguido su camino de mejora continua de los costos: la relación costo-ingreso se redujo en siete puntos porcentuales, del 59 por ciento en 2012 a alrededor del 52 por ciento en 2022 (en parte impulsado por los cambios en los márgenes), y la tendencia también es visible en la relación de costo por activo (que disminuyó de 1.6 a 1.5).
El crecimiento del ROE estuvo acompañado de volatilidad durante los últimos 18 meses. Esto contribuyó al colapso o el rescate de bancos de alto perfil en Estados Unidos y a la adquisición, mediada por el gobierno, de uno de los bancos más grandes y antiguos de Suiza. Las estrellas de los últimos años, incluidas las empresas de tecnología financiera (fintechs) y de criptomonedas, han tenido dificultades en este contexto.
Los resultados variaron mucho dentro de cada categoría. Mientras que algunas instituciones financieras de todos los mercados han generado un ROE superior, un fuerte crecimiento de los beneficios y unos múltiplos precio-beneficio y precio-valor contable superiores a la media, otras se han quedado rezagadas (Gráfica 2). En tanto que más del 40 por ciento de los proveedores de pagos tienen un ROE superior al 14 por ciento, casi el 35 por ciento tienen un ROE inferior al 8 por ciento. Entre los gestores de patrimonios y activos, que suelen tener márgenes de alrededor del 30 por ciento, más de un tercio tiene un ROE superior al 14 por ciento, mientras que más del 40 por ciento tiene un ROE inferior al 8 por ciento. Los resultados de los bancos también varían significativamente. Estas variaciones indican hasta qué punto la excelencia operativa y las decisiones relacionadas con el costo, la eficiencia, la retención de clientes y otras cuestiones que afectan el rendimiento son más importantes que nunca para la banca. Los bancos con mejores resultados tienden a utilizar el balance de manera eficaz, se centran en el cliente y, a menudo, lideran el uso de la tecnología.
Entre 2017 y 2022, los proveedores de pagos, los proveedores de infraestructura de mercados de capitales y los gestores de activos, así como los bancos de inversión y los intermediarios bursátiles, aumentaron su precio con respecto a los beneficios, mientras que otras instituciones financieras, incluidos los bancos de importancia sistémica mundial (global systematically important banks, o GSIB), los bancos universales y los prestamistas no bancarios, experimentaron un descenso en su precio con respecto a los beneficios.
Los proveedores de pagos, los bancos de inversión y los agentes de bolsa también aumentaron sus beneficios por acción más que los demás tipos de instituciones. Por consiguiente, estos dos tipos de entidades son los que obtienen mejores resultados en términos de creación de valor y rentabilidad total para los accionistas entre las instituciones financieras durante este quinquenio.
La divergencia geográfica que hemos observado en años anteriores también sigue ampliándose. Los bancos agrupados a lo largo de la media luna formada por el Océano Índico, que se extiende desde Singapur hasta India, Dubái y partes de África oriental (conocida como región “Indo-Creciente”), albergan la mitad de los bancos con mejores resultados del mundo (Gráfica 3). En otras zonas geográficas, muchos bancos animados por los resultados recientes pueden volver a invertir. Pero en Europa y Estados Unidos, así como en China y Rusia, los bancos en general han tenido dificultades para generar su costo de capital.
Sin embargo, hay un aspecto de la banca que no ha cambiado: la relación precio-valor contable, que era de 0.9 en 2022. Esta medida se ha mantenido estable desde la crisis financiera de 2008 y se sitúa en una brecha histórica con respecto al resto de la economía, lo que refleja que los mercados de capitales esperan que el rendimiento sobre el capital ponderado por la duración se mantenga por debajo del costo del capital. Si bien la relación precio-valor contable refleja algunos de los desafíos sistemáticos a largo plazo que enfrenta el sector, también sugiere las posibles ventajas: cada mejora de 0.1 veces en la relación precio-valor contable haría que el valor agregado del sector aumentara en más de $1 billón de dólares.
De cara al futuro, es probable que las perspectivas de las instituciones financieras se vean especialmente determinadas por cuatro tendencias globales. En primer lugar, el entorno macroeconómico ha cambiado sustancialmente, con tasas de interés y cifras de inflación más altas en muchas partes del mundo, así como una posible desaceleración del crecimiento económico chino. De repente es posible una gama de resultados inusualmente amplia, lo que sugiere que podemos estar en la cúspide de una nueva era macroeconómica. En segundo lugar, el progreso tecnológico sigue acelerándose, y los clientes se sienten cada vez más cómodos y exigentes con las experiencias impulsadas por la tecnología. En particular, el surgimiento de la IA generativa podría cambiar las reglas del juego, elevando la productividad entre un 3 y un 5 por ciento y permitiendo una reducción de los gastos operativos de entre $200 mil millones y $300 mil millones de dólares, según nuestras estimaciones. En tercer lugar, los gobiernos están ampliando y profundizando el escrutinio regulatorio de las instituciones e intermediarios financieros no tradicionales a medida que el sistema macroeconómico se ve sometido a tensiones y surgen nuevas tecnologías, actores y riesgos. Por ejemplo, las propuestas publicadas recientemente para un “resultado final” de Basilea III darían lugar a mayores requisitos de capital para los bancos grandes y medianos, con diferencias entre bancos. Y, en cuarto lugar, el riesgo sistémico está cambiando de naturaleza a medida que las crecientes tensiones geopolíticas aumentan la volatilidad y estimulan las restricciones al comercio y la inversión en la economía real.
La Gran Transición para el balance, las transacciones y los pagos ha cobrado impulso
En este contexto, la dinámica futura de la Gran Transición es fundamental para el sector bancario en general. Hasta la fecha, abundan las pruebas del profundo efecto de la transición en el sector. Por ejemplo, entre 2015 y 2022, más del 70 por ciento del aumento neto de los fondos financieros terminó fuera de los balances bancarios, en manos de fondos de seguros y pensiones, fondos soberanos y fondos públicos de pensiones, capital privado y otras inversiones alternativas, así como de inversionistas minoristas e institucionales (Gráfica 4).
El desplazamiento fuera del balance es un fenómeno mundial (Gráfica 5). En Estados Unidos, el 75 por ciento del incremento neto de los fondos financieros acabó fuera de los balances bancarios, mientras que en Europa la cifra se sitúa en torno al 55 por ciento.
El crecimiento de la deuda privada es otra manifestación de la transición lejos de las instituciones financieras tradicionales. La deuda privada registró su mayor afluencia en 2022, con un crecimiento del 29 por ciento, impulsada por los préstamos directos.
Más allá del balance, las transacciones y los pagos también están cambiando. Por ejemplo, el procesamiento de pagos digitales de consumidores realizado por especialistas en pagos creció más del 50 por ciento entre 2015 y 2022 (Gráfica 6).
El entorno oscilante de las tasas de interés afectará a la Gran Transición, pero aún está por verse cómo exactamente. Es posible que estemos atravesando una fase en la que un punto de inflexión macroeconómico a largo plazo —incluido un escenario de tasas de interés más altas durante más tiempo y el fin del superciclo de precios de los activos— cambie el atractivo de algunos modelos que estaban específicamente orientados al antiguo entorno, mientras que otras tendencias estructurales, especialmente en tecnología, continúan. Fundamentalmente, la cuestión para los bancos es hasta qué punto pueden ofrecer los productos que tienen una gran demanda en un momento en que se está ampliando la capacidad de riesgo y muchos clientes buscan los mayores rendimientos de los depósitos.
Centrarse en cinco prioridades puede ayudar a los bancos a aprovechar el momento
Independientemente de la evolución macroeconómica, las instituciones financieras tendrán que adaptarse al entorno cambiante de la Gran Transición, sobre todo a las tendencias de la tecnología, la regulación, el riesgo y la escala. Las fusiones y adquisiciones pueden ganar importancia.
A medida que las instituciones financieras consideran cómo quieren cambiar, esbozamos cinco prioridades que, sin ser una lista exhaustiva, pueden servir como punto de partida para la reflexión (Gráfica 7).
- Explotar la tecnología y la IA para mejorar la productividad, la gestión del talento y la entrega de productos y servicios. Esto incluye la aplicación de IA y análisis avanzados para implementar la automatización de procesos, plataformas y ecosistemas. Otros principios asociados con el éxito incluyen operar más como una empresa tecnológica para escalar la entrega de productos y servicios; cultivar una arquitectura basada en la nube y orientada a plataformas; y mejorar las capacidades para abordar los riesgos tecnológicos. El desarrollo y la implementación de una tecnología distintiva se convertirán cada vez más en diferenciadores fundamentales para los bancos.
- Flexibilizar e incluso desagregar el balance general. La flexibilidad implica el uso activo de la sindicación, los modelos de originar para distribuir, los balances de terceros (por ejemplo, como parte de las aplicaciones de banca como servicio) y un enfoque renovado en los depósitos. La desagregación, que puede realizarse en distintos grados y por etapas, lleva este concepto aún más lejos y puede significar separar a las empresas orientadas al cliente de la banca como servicio y utilizar la tecnología para reestructurar radicalmente los costos.
- Escalar o salirse del negocio de las transacciones. La escala en un mercado o producto es clave para el éxito, pero puede ser multifacética. Las instituciones pueden encontrar un nicho en el que profundizar, o pueden tratar de cubrir un mercado completo. Los bancos pueden buscar agresivamente economías de escala en sus negocios de transacciones, incluso a través de fusiones y adquisiciones (que han sido un diferenciador importante entre los bancos tradicionales y los especialistas) o apalancando a los socios para ayudar con las salidas.
- Elevar el nivel de distribución para vender a los clientes y asesorarles directa e indirectamente, incluso a través de mercados y financiación integrados y ofreciendo asesoramiento digital y basado en inteligencia artificial. Por ejemplo, un enfoque omnicanal integrado podría aprovechar al máximo la automatización y la interacción humana. Decidir una estrategia para la distribución a terceros –que podría ser a través de asociaciones para crear oportunidades de financiación integrada o modelos basados en plataformas– puede crear oportunidades para atender las necesidades de los clientes, incluso con productos fuera de los modelos de negocios existentes de la institución.
- Adaptarse a los riesgos cambiantes. Las instituciones financieras de todo el mundo deberán mantenerse al tanto de la constante evolución del entorno de riesgo. En el contexto macroeconómico, esto incluye la inflación, unas perspectivas de crecimiento poco claras y posibles retos crediticios en sectores específicos, como la exposición inmobiliaria comercial. Otros riesgos están asociados a los cambiantes requisitos regulatorios, el riesgo cibernético y de fraude, y la integración del análisis avanzado y la inteligencia artificial en el sistema bancario. Para gestionar estos riesgos, los bancos podrían considerar elevar la función de riesgo para convertirla en un verdadero diferenciador. Por ejemplo, en las conversaciones con los clientes, el diseño de productos y las comunicaciones podrían destacar la resiliencia del banco basada en su historial de gestión del riesgo sistémico y la liquidez. También podrían fortalecer aún más la primera línea e integrar el riesgo en las actividades cotidianas, incluida la inversión en nuevas actividades de riesgo impulsadas por el crecimiento de la IA generativa. Es probable que los cambios subyacentes en la economía real continúen de maneras inesperadas, lo que exigirá que los bancos permanezcan cada vez más vigilantes.
Todas estas prioridades tienen implicaciones significativas para los planes de capital de las instituciones financieras, incluida una captación y devolución más activas de capital. A medida que las instituciones financieras reexaminen sus negocios e identifiquen sus ventajas competitivas relativas en cada uno de los componentes del balance, las transacciones y la distribución, necesitarán asegurarse de que están posicionadas para generar retornos adecuados. Y tendrán que hacerlo en un entorno macroeconómico y geopolítico muy diferente y en un momento en el que la IA y otras tecnologías están cambiando potencialmente el entorno y con un conjunto más amplio de competidores. La escala y la especialización serán determinantes, al igual que la diversificación creadora de valor. También es probable que cambien las economías de escala mínimas, especialmente cuando la tecnología y los datos sean los impulsores de la escala. Los próximos años probablemente serán más dinámicos que el pasado inmediato, y la brecha entre ganadores y perdedores aumentará aún más. Ahora es el momento de empezar a trazar el camino a seguir.