La pandemia generada por la covid-19 ha destacado el papel de la manufactura en el suministro de productos que son esenciales para la salud, la seguridad, la seguridad nacional y la continuidad de múltiples industrias. También ha revelado el punto hasta el cual están expuestas a distintos impactos y disrupciones las cadenas globales de suministro. Todo esto ha sucedido en un momento en que las nuevas tecnologías, las innovaciones en los procesos y el crecimiento de la demanda están remodelando el sector a nivel mundial.
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Los Estados Unidos pueden aprovechar estos desarrollos para lograr que su propio sector manufacturero se vuelva más competitivo. A partir de una lista de 30 industrias de manufactura, identificamos 16 que pueden promover la productividad y el crecimiento económico, los empleos e ingresos de sus colaboradores y comunidades, la innovación y la competitividad, o la resiliencia del país. La mayoría de ellas contribuyen a más de uno de estos objetivos. En orden alfabético, estas industrias son: aeroespacial y de equipos de defensa, automotriz, dispositivos médicos, electrónica, equipos de comunicaciones, equipos eléctricos, otros equipos de transporte, farmacéutica, herramientas de precisión, maquinaria general, maquinaria para propósitos especiales, metalúrgica, petroquímica, productos metálicos, químicos especiales y semiconductores. La industria manufacturera tiene una posición privilegiada para fortalecer la recuperación de los Estados Unidos a largo plazo, gracias a sus inmensas contribuciones económicas (Gráfico 1).
Entre los sectores con fuertes perspectivas de crecimiento se encuentran los semiconductores, los dispositivos médicos, los equipos de comunicaciones y la electrónica. Entre los que tienen el mayor potencial para mantener empleos en una amplia gama de comunidades están la industria automotriz y de autopartes, la metalurgia y la maquinaria; en conjunto, estos sectores emplean 3,4 millones de colaboradores y tienen relaciones con 75.000 proveedores. La industria farmacéutica, la electrónica, los semiconductores y los dispositivos médicos tienen la mayor intensidad de gasto en investigación y desarrollo, lo cual apoya la innovación y la competitividad. Las 16 industrias y sus cadenas de suministro son importantes para la seguridad nacional, la resiliencia o la preparación para las emergencias.
Para amplificar las contribuciones de estos sectores hay que empezar por recuperar el terreno perdido. Aunque la producción absoluta ha crecido, las últimas dos décadas han estado marcadas por caídas en la participación de los Estados Unidos en el PIB de la manufactura global y las ventas brutas (Gráfico 2). En términos del valor agregado real, el crecimiento se ha vuelto muchísimo más lento a lo largo de los últimos tres ciclos económicos, pasando de 4,9 por ciento en los años noventa a 1,4 por ciento en cada una de las últimas dos décadas, y gran parte de ese crecimiento reciente ha sido impulsado por actividades de diseño, servicios y software, y no por la producción. El déficit comercial de los Estados Unidos en bienes manufacturados se multiplicó por un poco más de dos en la última década. La mayor dependencia de las importaciones ha hecho que algunas cadenas de suministro claves de los Estados Unidos queden a merced de grandes riesgos globales.
Esta erosión refleja las dinámicas competitivas de las principales actividades de la manufactura. Vemos cuatro grandes tipos de actividad en la manufactura, cada uno con diferentes factores de producción, características operativas, perfiles de inversión y combinación de ocupaciones. Un sector específico (o, incluso, una empresa de manufactura individual) puede contener una mezcla de estas actividades, y esa mezcla puede evolucionar con el tiempo.
- Las actividades estandarizadas y basadas en la escala (ejemplificadas por la industria de autopartes y la fundición de metales) implican grandes inversiones en capital físico, alta utilización de la planta y estandarización de partes y procesos. Estas actividades pueden presentar largas cadenas de suministro que extienden el impacto económico a un área amplia.
- Las actividades de la curva de aprendizaje (que se ven, por ejemplo, en la fábricas de semiconductores y la producción de baterías de iones de litio) invierten tiempo, capital e ingeniería para lograr mejoras exponenciales en los procesos. Cada generación de productos sucesiva impulsa ganancias en productividad.
- Las actividades de investigación y desarrollo y las impulsadas por el diseño (tales como el desarrollo de nuevos biológicos farmacéuticos, o el diseño de dispositivos digitales de próxima generación) se basan en grandes inversiones en investigación, propiedad intelectual, diseño, software y otros intangibles, para crear productos diferenciados y líderes en el mercado, aunque su producción suele subcontratarse.
- Las actividades flexibles y personalizables (que se ven en la producción de partes de aeronaves y dispositivos médicos) utilizan cada vez más tecnologías de producción digital para reducir la escala necesaria para ser rentables y hacer posible la producción de cantidades más pequeñas. Esto allana el camino para modelos de negocio basados en la personalización, la producción distribuida, el cumplimiento rápido de pedidos y los servicios postventa.
El desempeño de los Estados Unidos ha sido heterogéneo en estos cuatro tipos de actividad (Gráfico 3). A lo largo de los últimos 25 años, la participación de los Estados Unidos en el PIB de la manufactura global en investigación y desarrollo y actividades basadas en el diseño se elevó en 4 puntos porcentuales. No obstante, el país ha perdido 6 puntos porcentuales de su participación global en las actividades basadas en la escala, una tendencia que ha ampliado el déficit comercial y ha debilitado algunas industrias internas. La participación de los Estados Unidos en la actividad flexible también ha disminuido en 4 puntos porcentuales. En actividades de la curva de aprendizaje, los Estados Unidos se destacan en la concepción de innovaciones de procesos, pero le cuesta escalarlos de una manera tan amplia como otros países; su participación en el PIB global en este segmento ha caido 11 puntos porcentuales. La industria de los semiconductores es un microcosmos de estas tendencias. Los Estados Unidos es un líder mundial en diseño de chips, pero se ha rezagado en la producción de la siguiente generación de chips de siete y cinco nanómetros; su participación en la capacidad global de producción ha caído de 37 por ciento en 1990 a 10 por ciento en la actualidad.
Las expectativas de los inversionistas y los costos relativos del capital han aumentado el desafío. En resumen, se espera que las compañías de manufactura de los Estados Unidos produzcan mayores rendimientos sobre el capital que sus contrapartes de la OCDE y China. Las más grandes han logrado hacerlo, pero muchas veces mediante un recorte de costos que ha mermado la inversión de capital y el crecimiento de los salarios, que ha ejercido presión sobre los proveedores, o ha trasladado la producción a regiones menos costosas. En las actividades basadas en la escala, la rentabilidad media de las compañías manufactureras grandes de los Estados Unidos es de 12 a 14 por ciento, versus 7 a 9 por ciento para las compañías europeas, y 5 a 7 por ciento para sus contrapartes asiáticas. Las actividades de investigación y desarrollo y las basadas en el diseño son, en general, más rentables, lo cual ha llevado a las compañías estadounidenses a gravitar en esta parte de la cadena de valor y a subcontratar en otros países algunas actividades menos rentables.
Aunque la demanda sigue creciendo, la manufactura está bajo presión en todo el mundo. La rentabilidad promedio por una inversión de capital de un dólar en manufactura cayó en 80 por ciento durante las últimas dos décadas. En este estado de cosas, hasta las diferencias más pequeñas en el tipo de cambio, los costos de cumplimiento o los costos de producción pueden ser decisivos para un fabricante, y la mayoría de estas tendencias no han favorecido a los Estados Unidos.
A pesar de esto, los Estados Unidos tienen oportunidades para mejorar su competitividad. Los costos laborales se han venido igualando con el tiempo. Los Estados Unidos están al mismo nivel que otros países de la OCDE, como Japón y Alemania, en lo relativo a costos laborales ajustados a la productividad, mientras que los salarios chinos también se están nivelando (Gráfico 4). Los avances tecnológicos y las cambiantes estructuras industriales también están creando oportunidades. Las tecnologías de la industria 4.0, por ejemplo, pueden elevar la productividad hasta en un 40 por ciento y transformar algunas actividades basadas en la escala en producción flexible. A medida que las compañías de manufactura de los Estados Unidos revalúen la resiliencia de la cadena de suministro y se concentren en la velocidad de comercialización, habrá espacio para aumentar la producción interna. Los países de condiciones similares tienden a satisfacer entre el 80 y el 90 por ciento de la demanda interna con producción regional, pero solo el 70 por ciento de la demanda interna de Estados Unidos se satisface con bienes producidos localmente.
Para capitalizar estas oportunidades se necesitará una estrategia integrada, basada en la competencia que están enfrentando las empresas en diferentes partes de la cadena de valor. Un plan como ese tendría que animar a las compañías de los Estados Unidos a alcanzar el nivel de los líderes globales en adopción de tecnología y mejora de procesos. También implicaría un enfoque holístico para revitalizar las redes de proveedores pequeños y medianos, un esfuerzo que podría impulsar nuevas actividades económicas en ciudades pequeñas de todo el país.
Uno de los temas principales que hay que abordar es la inversión de capital. En la manufactura basada en la escala, por ejemplo, calculamos que se necesitarían entre 15.000 y 25.000 millones de dólares anuales, a lo largo de la próxima década, para actualizar las plantas y el equipo obsoleto con tecnologías de la Industria 4.0, y que las necesidades de capital fluyan hacia cerca de 120.000 empresas pequeñas y medianas. Las necesidades de inversión varían en las actividades de la curva de aprendizaje. Por ejemplo, para crear una sola fábrica nueva de semiconductores de cinco nanómetros a gran escala se pueden necesitan 20.000 millones de dólares, y el costo se duplica cada dos a cuatro años con las sucesivas generaciones de productos y un horizonte de inversión muy largo.
El sector manufacturero de los Estados Unidos también necesita un talento más especializado. Las actividades de investigación y desarrollo y las basadas en diseño que pueden impulsar el crecimiento de la producción y la competitividad en el futuro requieren más científicos, diseñadores de producto y desarrolladores de software. Las actividades de la curva de aprendizaje necesitan ingenieros especializados, técnicos en producción y gerentes de operaciones industriales, y todos ellos deben aportar continuamente al know-how y la experiencia existente. Entretanto, las actividades basadas en la escala se están volviendo más digitales y automatizadas, lo que exige habilidades superiores, y subir el nivel de los empleos que ya existen para atraer a la siguiente generación de colaboradores, que pueden venir de otros sectores industriales. Las empresas privadas necesitarían poder hacerse cargo de la capacitación de su propia fuerza laboral, y estarán mejor preparadas para hacerlo después de que mejore su salud económica.
Si los Estados Unidos pueden mejorar la competitividad en las 16 industrias de manufactura enumeradas antes, los efectos directos e indirectos pueden impulsar el PIB anual del sector en más de un 15 por ciento por encima de los pronósticos de referencia, al mismo tiempo que crean hasta 1,5 millones de puestos de trabajo (Gráfico 5). El efecto multiplicador se sentiría a lo largo de un área geográfica mucho más amplia y diversa que una ganancia equivalente en el PIB de los sectores de tecnología o finanzas. Renovar el capital social de estas industrias podría hacer que fluyan miles de millones de dólares en inversión y crear un ciclo virtuoso de mayor actividad económica en comunidades que lo necesitan con urgencia.
Se podría decir que los planetas se están alineando en favor del sector de la manufactura de los Estados Unidos. Tanto el sector público como el privado tienen la determinación de apoyar a un sector que ha sido desde hace mucho tiempo un pilar importante de la economía. Este impulso, combinado con las tendencias de la tecnología y las oportunidades del mercado, ofrece una rara oportunidad para cambiar la trayectoria actual y darles a los Estados Unidos un potente motor para la recuperación económica, el crecimiento inclusivo, la resiliencia y las capacidades del futuro.