América Latina y la nueva era

Commentary

El mundo está lidiando con un período de agitación económica y política sin precedentes que podría indicar el comienzo de una nueva era.1https://www.mckinsey.com/capabilities/risk-and-resilience/our-insights/on-the-cusp-of-a-new-era América Latina ha sentido profundamente estos sucesos y sus efectos. La pandemia afectó duramente a partes de la región, la inflación ha incrementado la presión en todos los frentes y las tensiones políticas polarizadoras han ido en aumento. La pregunta clave es cómo emerger más prósperos y resistentes de estos tiempos inquietantes.

A nivel mundial, la era que precedió a esta serie de acontecimientos fue testigo de la expansión de las cadenas de valor globales y el ascenso meteórico de las tecnologías digitales. Miles de millones de personas se beneficiaron del rápido crecimiento y desarrollo, apoyados por la estabilidad macroeconómica.

Pero América Latina no avanzó tanto como sugiere su potencial. Muchas de sus economías participaron de manera relativamente débil en las cadenas de suministro mundiales y se rezagaron en la adopción de tecnología y en la generación de innovación- Por ejemplo, en la década de 2010, algunas economías en desarrollo, sobre todo en el este de Asia, se acercaron o incluso superaron los niveles promedio de adopción digital de las economías de la OCDE; no fue el caso de nuestra región, donde la brecha con estas economías se amplió. El crecimiento de América Latina fue moderado comparado a estas otras regiones, mayormente afectado por los espectros de la deuda y la inflación.

Pero si estamos ante el despertar de una nueva era, ¿podría América Latina ponerse al día y avanzar en aspectos clave? Una respuesta breve es que tiene un potencial significativo para lograrlo.

El orden mundial

En términos generales, la manera en que las instituciones, los marcos y las reglas que dan forma a los asuntos internacionales parecen estar cambiando de un diseño unipolar anclado en los Estados Unidos a un mundo multipolar con el auge de China y otras economías emergentes. Esto debería beneficiar a América Latina. En el año 2000, los Estados Unidos eran el mayor socio para el comercio de bienes de casi todos los países de la región. Al mismo tiempo, entre 2000 y 2021, el comercio de América Latina con China se multiplicó por 28, incluso mientras crecían los lazos comerciales con Estados Unidos (y que la tendencia del nearshoring puede potenciar aún más). La región puede desarrollarse sobre esa plataforma. Excluyendo a México, la proporción de exportaciones de bienes de América Latina al mundo que son materias primas es de 56%, y la proporción de exportaciones de bienes de América Latina a China que son materias primas ronda el 80 %. En los países emergentes y similares a los nuestros, ambas cifras están más cerca de 30%.

No sólo importan las conexiones globales de América Latina, sino también sus conexiones con sus vecinos cercanos. Trabajar más de cerca puede ayudar a promover las aspiraciones económicas comunes de la región. Sin embargo, la cohesión dentro de América Latina es relativamente débil. Las exportaciones intrarregionales representan 14% de las exportaciones totales, las más bajas de cualquier región grande.

Las plataformas tecnológicas

América Latina sin duda ha sido relativamente lenta para acceder y adoptar tecnologías, dejando que la mano de obra, en lugar del crecimiento de la productividad, impulse sus economías. Aunque en la década de 2010 el número de usuarios de Internet se duplicó a aproximadamente dos tercios de la población, en suscripciones móviles y de banda ancha fija la región se quedó atrás con respecto al promedio de la OCDE. El acceso no es fácil para las personas de bajos ingresos. En Perú, la brecha en el uso de Internet entre quienes se encuentran en el quintil superior de ingresos es 60 puntos porcentuales mayor que en el quintil inferior; esa diferencia es cuatro veces el promedio de la OCDE.

Hay casos de éxito en la adopción digital. La pandemia desencadenó un auge en la adopción de pagos digitales y comercio electrónico. En Brasil, por ejemplo, más de la mitad de la población adoptó el sistema de pago digital Pix en menos de un año. Cuatro quintas partes de startups de América Latina son fintechs y empresas de comercio electrónico.

Pero, ¿puede América Latina ser líder en tecnologías de punta? La respuesta es menos clara. La región representa menos de 2% de las solicitudes de patentes del mundo; de estas, menos de una quinta parte son presentadas por latinoamericanos. América Latina importa alrededor de ocho veces más propiedad intelectual de lo que exporta, la proporción más alta de cualquier región fuera de África. A medida que las tecnologías de vanguardia como la inteligencia artificial (IA) despegan, existe el riesgo de que la región pueda, una vez más, quedarse atrás. El futuro de América Latina dependerá de su capacidad para seguir integrando las tecnologías existentes y encontrar áreas de oportunidad para impulsar la frontera.

Las fuerzas demográficas

Hoy, América Latina aún cuenta con la oportunidad de beneficiarse de una población relativamente joven. Alrededor de una cuarta parte de su población tiene entre 15 y 30 años de edad, la proporción más alta de adultos jóvenes de cualquier región del mundo excepto África. Como se mencionó, esta abundancia de mano de obra ha impulsado en gran medida el crecimiento. Los latinoamericanos están entre los más emprendedores del mundo. 2https://www.citi.com/citi/foundation/programs/pathways-to-progress/accelerating-pathways/downloads/Citi-Foundation-Accelerating-Pathways-Global-Youth-Survey-2015.pdf Pero esa ventana se está cerrando. En los próximos 30 años, el número absoluto de personas mayores de 60 años en América Latina se duplicará con creces, a cerca de 200 millones o más de 25% de la población.

Sin un cambio hacia un nuevo paradigma de crecimiento, que sea impulsado por la inversión y la innovación, la demografía cambiante de la región podría presagiar una desaceleración regional. Latinoamérica quizás tenga 20 años para desarrollar un nuevo modelo de crecimiento junto con un nuevo contrato social que aborde la desigualdad arraigada. Si los países inclinan la balanza hacia los mercados y se alejan de los modelos monopólicos, esto podría beneficiar a las economías en su conjunto.

Los sistemas de recursos y energía

América Latina es asombrosamente rica en recursos naturales: cuenta con alrededor de la mitad del litio del mundo, 36% del cobre y 16% del níquel. Se estima que Brasil tiene una de las mayores reservas de tierras raras fuera de China. La región también tiene la mayor parte del aire, el agua y la biodiversidad que el mundo necesitará para alcanzar la meta de cero emisiones netas. Como tal, tiene una oportunidad única de apoyar la descarbonización global, desde cadenas de valor renovables hasta la captación de carbono forestal.

¿Cómo puede América Latina "hacer valer sus recursos"? Los acuerdos globales y la innovación financiera disponibles hoy en día, incluidas las curvas de reducción y los créditos de carbono, no valoran el inventario de recursos (oxígeno, tierra y agua) sino sólo el valor de los flujos; es decir, la mitigación y reducción del carbono. ¿Existe aquí una oportunidad?.

La capitalización

La región parece estar recuperándose del impacto económico inducido por la pandemia, pero la inflación sigue siendo alta y la deuda pública se ha disparado a más de 70% del PIB. Pero hay un desafío a largo plazo: aumentar la productividad. Desde principios de la década de 1980 la tasa de crecimiento de la productividad de América Latina ha promediado sólo 0,4%, alrededor de una quinta parte del promedio de las economías en desarrollo a nivel mundial. Las economías emergentes comparables de Asia y Europa del Este han experimentado un rápido crecimiento económico real per cápita. América Latina no lo ha hecho. ¿Qué podría hacer para unirse a sus filas? Algunas de las áreas a considerar son la apertura más rápida a la inversión en nuevas tecnologías; la integración de los mercados de la región, respaldada por una mayor cooperación institucional; y la garantía de que el entorno empresarial fomente la competencia.

América Latina cuenta con todos los elementos intrínsecos que necesita para tener éxito. La abundancia de recursos críticos de la región para la transición a cero emisiones netas podría estimular la inversión en infraestructura y capital humano, y catalizar tanto la transferencia de tecnología como la innovación. La globalización cambiante podría ayudar a la región a estar más conectada con el financiamiento, los mercados y las corporaciones globales. Su demografía aún es más joven que en otros lugares, lo que respalda las oportunidades de crecimiento y las nuevas formas de hacer las cosas. Podría surgir un círculo virtuoso en el que la inversión y la innovación aumenten la productividad, incrementen los ingresos públicos y privados, y creen el inventario de capital, humano y de otro tipo, para permitir un mayor crecimiento. ¿Podrán sus líderes aprovechar la turbulencia actual para forjar un nuevo camino a seguir? La primera parte de la respuesta es que no hay tiempo que perder.

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