El universo no es lo único que se está expandiendo. Los gobiernos llevan décadas invirtiendo en tecnología espacial, y ahora las empresas están acelerando su crecimiento. En este episodio de The McKinsey Podcast, Ryan Brukardt, socio sénior de McKinsey, habla con Lucia Rahilly, directora editorial global, sobre la economía espacial mundial, en la que la innovación en tecnología espacial está generando una serie de oportunidades para los sectores público y privado que podrían alcanzar los $1.8 billones de dólares para 20351, así como sobre el imperativo de dar forma al espacio de manera responsable.
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En nuestro segundo segmento, el autor Moshik Temkin habla sobre su libro Warriors, Rebels, and Saints: The Art of Leadership from Machiavelli to Malcolm X (Guerreros, rebeldes y santos: El arte del liderazgo de Maquiavelo a Malcolm X, PublicAffairs/Hachette Book Group, noviembre de 2023), y lo que la historia puede decirnos sobre los tipos de líderes que necesitamos hoy. Este artículo forma parte de nuestra serie Author Talks.
Esta transcripción ha sido editada por motivos de claridad y extensión.
The McKinsey Podcast es presentado por Roberta Fusaro y Lucia Rahilly.
El encanto del espacio
Lucia Rahilly: Háblenos de su formación y de los orígenes de su pasión por el espacio como profesión.
Ryan Brukardt: Puede que sea un poco cursi, pero de niño miraba el espacio y veía las estrellas. Y eso me atrapó. Ahí es donde comencé. Crecí en la década de 1980, cuando un transbordador espacial despegaba periódicamente aquí en Estados Unidos, viendo a esos astronautas. Fui a un campamento espacial. Me gradué en física y entré en la Fuerza Aérea. El espacio siempre me ha apasionado. Y es fantástico participar en la reflexión sobre lo que sucederá en el sector y cómo afectará a todos los habitantes de la Tierra.
Lucia Rahilly: ¿Qué ha sucedido en los últimos años para que el espacio sea más accesible que en el pasado?
Ryan Brukardt: La mayoría de la gente probablemente no se da cuenta de hasta qué punto su vida cotidiana interactúa con el espacio. Cada día, las personas se suben a coches asistidos con navegación por GPS. Todos los días, la gente pide comida por Internet, asistida tanto por las comunicaciones como por la navegación proporcionadas por los activos espaciales. La presencia del espacio en nuestras vidas es probablemente más ubicua de lo que la gente cree.
Sin embargo, lo que realmente ha sucedido en los últimos años es que el acceso al espacio, la capacidad de llegar al espacio, el costo de eso ha bajado drásticamente. Como puede imaginarse, cuando se intenta poner activos en órbita puede resultar muy caro. Gracias a una serie de avances tecnológicos, así como a la iniciativa empresarial y la inversión privada en particular, hemos visto reducirse esos costos.
Lucia Rahilly: Estamos hablando de algo más que de turismo espacial, ¿verdad?
Ryan Brukardt: Así es. La mayoría de las capacidades que tenemos desde el espacio las proporcionan los satélites y otras plataformas no tripuladas aquí en la órbita terrestre. El turismo espacial forma parte de la economía espacial, y la gente va al espacio por diversas razones, no solo con fines científicos, sino también por diversión. Eso aumentará. Sin embargo, hoy en día es una parte menor de la economía.
Spaceonomics
Lucia Rahilly: Pasemos a la investigación, empezando por la definición de lo que llamamos economía espacial. ¿Qué significa exactamente?
Ryan Brukardt: En el pasado, ha sido un poco nebuloso. Tratar de definir lo que significa la economía espacial fue la razón por la que nos propusimos hacer este informe. En nuestra opinión, hay dos grandes mitades. Una mitad es lo que llamamos “la columna vertebral”: vehículos de lanzamiento, cohetes y satélites y todo el equipo de tierra que hace que esas cosas funcionen. La otra mitad es lo que llamamos “el alcance”: las aplicaciones que utiliza esa columna vertebral para proporcionar bienes y servicios a los habitantes de la Tierra.
Lucia Rahilly: Antes de entrar en detalles sobre las aplicaciones, háblenos un poco de las capacidades que las industrias podrán desarrollar a través de la inversión en el espacio.
Ryan Brukardt: Pensamos en tres grupos. El primero es la conectividad. Tenemos la capacidad de comunicarnos básicamente con cualquier parte del mundo mediante la tecnología de comunicaciones por satélite. Ahora podemos hacerlo con lo que se denomina gran ancho de banda y baja latencia. Eso significa que podemos enviar una gran cantidad de datos muy rápidamente. Y los tipos de casos de uso que permite son cosas como videoconferencias, etcétera.
El segundo grupo es la movilidad: entender dónde nos encontramos en la Tierra. Ya lo hacemos con los teléfonos móviles, pero cada vez lo haremos más con dispositivos aún más pequeños para saber dónde está cualquier cosa en el mundo.
El tercer grupo es la obtención de datos que solo las aplicaciones espaciales pueden proporcionar. Lo veremos en Google Maps: imágenes electroópticas o imágenes que permiten ver lo que está ocurriendo en la Tierra. Antes, una empresa o un gobierno tomaban una foto de la Tierra una vez al día o una vez a la semana, pero ahora pueden hacerlo muy a menudo.
Así que somos capaces de utilizar no solo datos visuales, sino también otros tipos de datos en lo que llamamos un aspecto de alto rendimiento para ver qué cambia. Pensemos en los cultivos, por ejemplo, y en saber cuánta agua hay para alimentarlos, qué hay que hacer al respecto y qué medidas conviene tomar.
Seguimiento de la movilidad, para bien y para mal
Lucia Rahilly: Tomemos el ejemplo de la movilidad. ¿Se trata de datos de posicionamiento mejorados y más precisos, o es algo fundamentalmente distinto del GPS? ¿Y para qué los usaremos?
Ryan Brukardt: En primer lugar, estos datos se han vuelto mucho más precisos, lo que permite que surjan ciertos casos de uso. En segundo lugar, la capacidad de detectar esas señales solía requerir grandes antenas y receptores. Ahora se puede hacer con el móvil. Pero muy pronto podremos hacerlo incluso con una etiqueta adhesiva muy, muy pequeña y de bajo consumo que podríamos colocar en un activo.
Por ejemplo, ahora puede entrar en su auto y sacar su teléfono, y le ayudará a navegar hasta donde quiere ir. Pero en el futuro, podremos rastrear contenedores en barcos para saber dónde están y cuándo llegarán a otro lugar, y ser muy discretos al rastrearlos. Tanto la proliferación de casos de uso antiguos en nuevas geografías, como la aparición de casos de uso que antes no existían, impulsarán el crecimiento.
Lucia Rahilly: Vivo en Nueva York. Tenemos una discusión constante en la mesa sobre los wearables (accesorios portátiles) y el rastreo, porque mis hijos, aterradoramente, están empezando a andar por su lado. La investigación habla de servicios de rastreo personal a través de wearables. ¿Qué aplicaciones tienen? ¿Es la privacidad un anacronismo pintoresco en esta era de los satélites?
Ryan Brukardt: El entorno normativo para el espacio aún está madurando. Existe la idea de que necesitamos una regulación adecuada para poder gestionar aspectos como la privacidad. ¿Cuál es el “sistema” de control del tráfico aéreo para eso? Hablamos de formas de gestionar responsablemente el ancho de banda, para permitir las comunicaciones, ya sea por satélite o de otro modo. Toda esta idea de la privacidad tiene que pasar por un entorno regulatorio eficaz. Eso todavía se está poniendo al día. En cierto modo, el ritmo de la innovación tecnológica lo ha superado.
Toda esta idea de la privacidad tiene que pasar por un entorno regulatorio eficaz. Eso todavía se está poniendo al día. En cierto modo, el ritmo de la innovación tecnológica lo ha superado.
Lucia Rahilly: Háblenos de las alertas y la gestión de catástrofes. ¿Qué papel desempeña la tecnología espacial? ¿Y cuál es la oportunidad de negocio?
Ryan Brukardt: La respuesta a las catástrofes tiene dos aspectos. El primero es poder brindar a las agencias de respuesta y a los gobiernos información en tiempo real sobre lo que está sucediendo de una forma muy clara y concisa. El segundo son las comunicaciones. Para los servicios de emergencia y los gobiernos, la capacidad de comunicarse de manera eficaz es extremadamente importante, y las comunicaciones suelen fallar durante las catástrofes.
Además, ¿qué información podemos obtener de la Tierra? Hablamos, por ejemplo, de las señales móviles para saber dónde está la gente. La gente mantiene sus teléfonos móviles encendidos en caso de emergencia. Existen tecnologías comerciales que pueden detectar esas señales móviles, de modo que el gobierno puede saber dónde las personas pueden estar en apuros.
¿Qué pasa con los satélites y la basura?
Lucia Rahilly: Otra oportunidad que destaca la investigación es el mantenimiento en órbita. ¿Se espera que los satélites existentes se actualicen y reparen o que se sustituyan? Y en este último caso, ¿qué ocurre con los equipos heredados? ¿Se retiran? ¿O estarán en el espacio interminablemente?
Ryan Brukardt: En este momento, hay tensión en la industria entre mejorar y reparar los satélites en órbita, e instalar nuevos satélites para sustituir a los viejos. Ambos tienen ventajas y desventajas, y desempeñan un papel. Volviendo a la cuestión regulatoria, el espacio está cada vez más saturado y existe una preocupación real por el riesgo de que estos satélites choquen entre sí. ¿Cómo lo gestionamos?
Lucia Rahilly: En relación con esto, ¿de quién es la responsabilidad de recoger la basura que se acumula en el espacio?
Ryan Brukardt: Es un tema muy debatido. Muchos satélites en lo que llamamos órbita terrestre baja u órbitas inferiores son un poco autolimpiantes. Se degradarán en órbita, se quemarán en nuestra atmósfera y luego desaparecerán. Hay satélites muy alejados de la Tierra para los cuales, en respuesta a su pregunta sobre el mantenimiento en órbita, tiene sentido en algunos casos repararlos, mejorarlos y ponerles más combustible.
Cuando se pregunta quién es el responsable, los grandes gobiernos occidentales y otros gobiernos están debatiendo ahora mismo esa cuestión. ¿Qué requisitos imponemos a las personas que construyan y lancen satélites para garantizar que el espacio sea libre y abierto en el futuro? ¿Y qué significa eso? ¿Qué costo conlleva? ¿Cuáles son los requisitos reglamentarios?
Capacidad espacial global
Lucia Rahilly: Usted habla en su estudio de inversiones en la red troncal, que incluye satélites, lanzadores y servicios como la televisión abierta o el GPS. ¿Cree que la inversión seguirá estando en gran medida patrocinada por el Estado? ¿O existe una oportunidad comercial evidente en esa área?
Ryan Brukardt: En los últimos diez años, hemos pasado de realizar lanzamientos unas pocas veces al año en todo el mundo a hacerlo cada dos días, más o menos, debido a todos los países con capacidad espacial que tenemos ahora. Se trata de un cambio fenomenal debido a varios factores.
Uno es la tecnología y las mejoras tecnológicas en el propio lanzamiento. Otro es la reutilización. Una parte tiene que ver con la escala comercial y el alcance de ciertas tecnologías. Y otra con la inversión privada. Ésta ha supuesto una gran diferencia en los últimos años. Los gobiernos siempre serán muy importantes y, para muchas empresas espaciales, su principal cliente; sin embargo, la llegada de capital privado y el comienzo de la exploración de más casos de uso comercial es un gran cambio.
Cómo afecta el espacio a la vida en la Tierra
Lucia Rahilly: Una crítica que a veces oímos sobre la inversión en el espacio, o al menos sobre ciertos segmentos de la economía espacial, es que existe una necesidad realmente urgente de abordar los retos aquí mismo, en la Tierra. Háblenos de cómo el espacio podría ayudar a avanzar hacia los objetivos de sostenibilidad.
Ryan Brukardt: Cuando se trata de “¿Cómo podemos afectar la vida en la Tierra? ¿Por qué invertiríamos allí en vez de en otros lugares?”, yo señalaría algunos de los casos de uso de los que hemos hablado. La capacidad de proporcionar acceso esencial y luego, básicamente, acceso completo a la base mundial de conocimientos a lugares del mundo que están desatendidos o desconectados es enorme.
Eso permite la educación. Permite comprender lo que está sucediendo en las comunidades locales, así como en un sentido más amplio. Comprender lo que está ocurriendo y, en algunos casos, exigir que otros rindan cuentas de lo que ocurre en la Tierra, es algo que solo el espacio y algunos recursos espaciales pueden proporcionar.
Y hay un montón de nuevas tecnologías que nos permiten comprender mejor cosas como el carbono, el metano, etcétera, donde era difícil identificar o abordar algunas de las fuentes. Podemos proporcionar información y análisis no solo a la industria privada, sino también a los gobiernos para que tomen medidas.
Pensemos en una empresa de servicios públicos en Europa que tiene que tomar una decisión diaria: ¿encender una central eléctrica que funciona con combustibles fósiles? ¿O recurrir a la energía eólica? Con los recursos espaciales, pueden predecir mejor la intensidad del viento. Y si ese día no encienden el generador de combustibles fósiles, no se emite ese carbono.
Y hay un montón de nuevas tecnologías que nos permiten comprender mejor cosas como el carbono, el metano, etcétera, donde era difícil identificar o abordar algunas de las fuentes. Podemos proporcionar información y análisis no solo a la industria privada, sino también a los gobiernos para que tomen medidas.
Lucia Rahilly: En relación con lo anterior, uno de los temas que aparece en los titulares es la minería en el espacio, la extracción de recursos lunares, que parece potencialmente compleja desde el punto de vista ético, geopolítico, etcétera. ¿Qué consideraciones deben tener en cuenta las empresas en este ámbito, a medida que el espacio se comercializa cada vez más?
Ryan Brukardt: Nuestra capacidad para extraer ciertos minerales de asteroides o de otros cuerpos planetarios como la Luna, y algunas de las decisiones relativas a la extracción responsable, el uso responsable y cómo funciona todo eso, están bastante lejos.
Sin embargo, lo que sí creo que es a corto plazo es que muchos más países, incluso muchas más empresas privadas, van a ir al espacio. Y empezarán a explorar, por ejemplo, la Luna. La cuestión es cómo nos aseguramos de que, incluso en esos primeros pasos, todos seamos responsables. ¿Estamos limpiando lo que ensuciamos, trabajando bien con los demás y cuidando todos nuestros recursos naturales, ya sea aquí o en otros lugares?
La nueva carrera espacial
Lucia Rahilly: Es evidente que en los últimos años hemos visto cómo se intensificaba el riesgo geopolítico en todo el mundo. ¿Es la geopolítica un factor en la economía espacial? Y si es así, ¿cómo?
Ryan Brukardt: La respuesta corta es sí. Y siempre lo ha sido. Si nos remontamos a las décadas de 1960 y 1950, había un par de países en una carrera espacial. Eso generó una base industrial masiva en esos países. A medida que la carrera avanzaba, se generaba una gran actividad económica y muchos avances tecnológicos y, al final del día, algunos logros bastante espectaculares durante ese período.
Si nos fijamos en la actualidad, estamos en otro entorno geopolítico en el que la vida, el trabajo y el uso del espacio con fines de seguridad nacional seguirán aumentando. Puede que haya más actores implicados en el espacio.
El número de agencias espaciales ha crecido. Antes era un número muy, muy reducido. Y ahora se ven muchas en Medio Oriente, en Asia, incluso aparecen en Europa. Así que el interés por el espacio, el uso del espacio y, en algunos casos, lamentablemente, la explotación del espacio serán una parte integral de las estructuras de seguridad nacional de muchos países.
Así que el interés por el espacio, el uso del espacio y, en algunos casos, lamentablemente, la explotación del espacio serán una parte integral de las estructuras de seguridad nacional de muchos países.
Creación de empleos
Lucia Rahilly: ¿Algún otro beneficio que quiera destacar que pueda otorgar la economía espacial?
Ryan Brukardt: Uno de los beneficios que está aportando en muchos países es la creación de empleos y, en particular, de empleos de tipo científico y de ingeniería, donde no los había. Incluso si un país no puede lanzar astronautas desde su propio suelo, por ejemplo, podría desarrollar su economía espacial proporcionando componentes de alta tecnología para satélites, vehículos de lanzamiento, etcétera.
Hemos estado trabajando con algunos clientes para reflexionar sobre esto: si hicieran eso en su país, ¿qué significaría para su propia economía y para el desarrollo de sus propias universidades y demás?
Si queremos diseñar y fabricar componentes de alta tecnología para lanzarlos al espacio, necesitamos ingenieros y científicos que entiendan esa tecnología. Se necesitan universidades que puedan producirlos, y un sistema de educación secundaria que haga que la gente se interese por ello. Muchos países que piensan en esta economía espacial emergente se remontan a cómo piensan en sus sistemas educativos y dónde, durante los próximos 20 años, van a generar rendimientos económicos para su PIB.
Retos para considerar
Lucia Rahilly: ¿Cuáles son los mayores desafíos para la industria espacial en este momento?
Ryan Brukardt: La regulación es sin duda uno de ellos. Hay tensión entre cuánta innovación y cuánta regulación queremos como economía global. El segundo es la tensión en torno al número de actores implicados, ya sean empresas privadas o gobiernos. No queremos necesariamente un dominio cerrado. Queremos un uso libre y abierto. ¿Cómo va a evolucionar eso?
La tercera es con qué rapidez se aplicarán algunas de estas tecnologías a diferentes tipos de problemas empresariales. Y es en este tercer aspecto donde dedicamos gran parte de nuestro tiempo al trabajo con el cliente. Estamos trabajando con clientes de la industria minera y agrícola, por ejemplo, para reflexionar sobre cómo pueden utilizar esas capacidades de las que hablamos antes –comunicaciones, movilidad y diferentes tipos de análisis– para resolver sus propios problemas empresariales.
Al final del día, si son ejecutivos que trabajan en una industria concreta, no importa realmente cómo resuelvan sus problemas empresariales: en el espacio, en tierra, con alguna otra tecnología o con IA generativa. Lo que realmente quieren son mejores resultados para sus clientes y empleados.
Empezar por su estrategia espacial
Lucia Rahilly: Usted ha dicho en la investigación que la economía espacial se encuentra en un punto de inflexión. ¿Qué espera que suceda en términos de dinámica de crecimiento en los próximos años?
Ryan Brukardt: La respuesta corta es que vamos a ver un crecimiento significativo de la economía espacial durante los próximos diez años. Cuando nos propusimos pensar en lo que va a ocurrir en la economía, no queríamos utilizar una cifra de arriba abajo. Queríamos pensar en todos los casos de uso, tanto gubernamentales como del sector privado, y construir esa proyección de abajo arriba. Creemos que esto es importante porque es probable que la economía espacial casi se triplique en los próximos diez años, pasando de $630,000 millones de dólares a $1.8 billones de dólares.
Y hablamos de todo este concepto de columna vertebral y alcance. Francamente, como alguien que trabaja en la industria espacial, nos cuesta hablar de alcance. Nos gusta hablar de satélites y vehículos de lanzamiento. Y es realmente el alcance lo que impulsará la economía espacial de esos $630,000 millones de dólares a $1.8 billones de dólares. Es un momento emocionante, por eso decimos que estamos en este punto de inflexión, a medida que más y más personas en la Tierra se benefician del espacio y descubren cómo utilizar esas capacidades.
Lucia Rahilly: ¿Deberían los líderes del sector privado incluir el espacio en sus agendas? Y si es así, ¿cómo deberían plantearse la incorporación del espacio a sus estrategias?
Ryan Brukardt: Bueno, el espacio es la última frontera, ¿no? Todo el mundo debe incluirlo en su estrategia. Lo que hemos estado haciendo con nuestros clientes en este período de rápidos cambios –no solo en el espacio, sino en muchas industrias– es usar un poco de ese entusiasmo por las capacidades que ofrece el espacio y a través de él, un poco de ese cambio tecnológico y un poco de esa pasión, para decir que el espacio realmente puede cambiar el mundo aun más de lo que ya lo ha hecho.
Vea cómo puede funcionar en su empresa, en su gobierno y para su gente, ya sean empleados o residentes. Puede y seguirá afectando las vidas de todos los habitantes de la Tierra. Sé que suena elevado, pero creemos que es cierto.
Los tipos de líderes que cambian el mundo
Roberta Fusaro: A continuación, ¿qué pueden aprender los CEOs de los líderes dinámicos de la historia? Aquí está el autor y académico de Harvard, Moshik Temkin.
Moshik Temkin: No podemos entender a los líderes transformadores e importantes sin comprender la historia que los moldeó y los hizo serlo, el mundo en el que surgieron y las crisis a las que se enfrentaron. Es más bien una pregunta que nunca tiene una respuesta clara. Porque por cada líder importante que analicemos, descubriremos que ese líder se forjó por la historia y las circunstancias a las que se enfrentó. Pero, además, los líderes realmente importantes cambian las cosas y crean la transformación que hace que el mundo sea diferente. Así que hacen historia.
Si consideramos los tipos de líderes que aparecen en el libro, realmente encontramos tres tipos. El primero son las personas que tienen poder. Se puede hablar de presidentes. Se puede hablar de gente que tiene poder institucional o formal.
Luego, hay un segundo grupo: por ejemplo, las sufragistas que luchaban por el derecho al voto de las mujeres, o Martin Luther King Jr., o Malcolm X, que lucharon por los derechos afroamericanos en las décadas de 1950 y 1960. No son jefes de Estado. No tienen poder formal, pero tienen cierto poder y encuentran fuentes alternativas de poder para lograr el tipo de cambio que desean.
Y, por último, hay otra categoría que es muy interesante, y es de donde viene la oposición. Porque la oposición a veces significa que se está literalmente en peligro. Pensemos, por ejemplo, en la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial, o en las personas que escapaban de la esclavitud en el siglo XIX en Estados Unidos. Se trata de personas para quienes lo que está en juego no podría ser mayor. Es la vida o la muerte, ¿verdad? Y su oposición al poder es, literalmente, poner sus propias vidas en riesgo. Y a veces las vidas de otros están en peligro. ¿Cómo liderar cuando no se tiene poder?
Si intento trasladar esto al mundo empresarial, la pregunta realmente interesante es esta: digamos que usted es parte de una organización o una corporación. No está en la cima. Tiene cierto poder. Podría decidir que quiere reemplazar a la persona que tiene el poder. Eso es algo muy difícil de hacer dentro de una organización, porque puede costarle su propia carrera, su propio éxito. Pero al crear alianzas, al ser estratégica, al pensar en las fortalezas y debilidades de la persona que está por encima de usted –a veces la persona que está en la cúspide–, puede encontrar formas de alcanzar eventualmente sus propias metas y ambiciones dentro de esa jerarquía.
La lista de problemas y desafíos que tenemos es larga. La pregunta es: ¿seremos capaces de encontrar los líderes y el liderazgo que necesitamos? Yo veo a esos líderes. Aún no son conocidos, ni famosos. Pero cuando identifiquemos a esas personas, tenemos que alentarlas, debemos reunirnos en torno a ellas, y tenemos que ayudarlas y apoyarlas. Si las personas que están escuchando esto se ven a sí mismas como tales líderes, entonces no deberían tener reparos en tratar de dar un paso al frente y hacer las cosas que hay que hacer. Porque, en última instancia, para mí el liderazgo, el verdadero liderazgo, es una forma de servicio público.